Accidente....[libre]

Todo estaba completamente oscuro, no había nada, era como estar sumido en un gran y profundo agujero sin ninguna escapatoria. El silencio y soledad absolutas. Apenas pudo abrir los ojos, sentía que la cabeza se le partía en dos, el dolor era intenso, punzante, y sentía algo tibio bajar por su frente, ¿era sangre? Le entró el pánico, no podía recordar nada, hizo un esfuerzo mental, pero sus sentidos y su conciencia parecían nublados. Comenzó a escuchar sonidos, bullicio alrededor, muchas personas hablando en voz alta, algo alteradas, y luego la sirena de una ambulancia. Intentó moverse pero no tenía energías, notó que estaba en el suelo, tendido en el pavimento que estaba frío. Las personas no dejaban de hablar, quería que se callaran, sólo aumentaban aquel dolor punzante en su cabeza, que de algún modo sentía como si latiese. Cerró los párpados pero alguien se le acercó y lo llamó unas cuantas veces.

-¡Chico! No te duermas, ya van a llevarte al hospital

No podía recordar lo que había ocurrido, pero evidentemente no se trataba de nada bueno, lo último que podía recordar era que estaba llevando a comprar las cosas para la cena, cruzó la calle cuando el semáforo se puso en verde y después….nada, no había ningún recuerdo más allí. Sintió como lo levantaban del suelo y lo colocaban sobre algo más blando, una camilla con la que lo transportaron a la ambulancia que estaba aparcada allí cerca. Los médicos hablaban, pero no podía concentrarse en sus palabras, su mente era una gran masa de confusión y le era difícil concentrarse en tantos estímulos a la vez. Quería moverse, pero los médicos no se lo permitían, de todas formas no estaba seguro de ser capaz de hacerlo, no sólo la cabeza le dolía también el resto del cuerpo.

-Chico, ¿tienes parientes? ¿alguien a quien podamos llamar? –preguntó uno de los médicos mientras tomaba su presión, el otro estaba aún fuera de la ambulancia apartando a los curiosos, al parecer no había nadie por allí que se pudiera hacer cargo de él, aunque apenas fuera mayor de edad no estaba en condiciones de toma decisiones sobre su vida en aquel momento. El pelinegro negó despacio con la cabeza ante aquella pregunta y escuchó al medico suspirar.