Con el brillo del Támesis... (priv.)

El sol del atardecer se ocultaba tras el horizonte. El brillo del río Támesis al atardecer era tan hermoso como cuando lo iluminaba la luna. De hecho, Ji prefería que lo iluminara esta última. Pero claro, al ser un licántropo era normal que prefiriera la Luna al Sol.

La noche era su elemento, era entonces cuando él, al igual que otras criaturas que solo eran fantasía (o pesadilla) para los humanos, salían de sus escondrijos y mostraban su verdadero rostro.

Pero esos monstruos en los tiempos actuales, donde la lógica y la ciencia habían abatido lo mágico y místico de la vida humana, habían aprendido a camuflarse muy bien. Algunos incluso demasiado bien.

Ji no era de esos, simplemente estaba ahí, y punto, protegiendo a los humanos en el anonimato, pero no podía evitar arrugar el ceño, cuando veía un vampiro regente de uno de los bares mas populares de Londres, o un influyente hombre de negocios.

Entonces es cuando la caza de esas criaturas se volvía realmente peligrosa, pues se unía un nuevo factor que en los últimos años se había vuelto muy importante: la reputación del individuo a ojos humanos.

Por ejemplo, ese gerente del bar tenía amistades políticas… y en caso de que le ocurriera un “desafortunado accidente” se investigarían las causas y eso podía poner en peligro no solo su forma de vida, sino la de su manada y la existencia de los licántropos.

Por eso tenia que andar con ojo cuando elegía un vampiro. Cuanto más salvaje y menos civilizado pareciera mejor, ya que indicaría que su nivel de infiltración entre los humanos era menor, y su desaparición no llamaría tanto la atención.

Ji suspiró, pesaroso, y se apoyó en la barra de metal que evitaba que los transeúntes en el barrio de Richmond se cayeran directamente al río.

Alzo la mirada al cielo, y tras las gafas de sol que evitaba que se vieran sus iris carmesí, recibió con alegría primitiva y ancestral la salida de las estrellas y de la luna.

De los bares que rodeaban al río empezaron a surgir los ruidos de los fogones de las cocinas a plena potencia, y las risas de los clientes. Un delicioso aroma a pescado y carne se colaba por su sensible olfato y le hizo notar una cosa… tenia hambre.

Si volvía a la base cercana a Hyde Park tendría carne cruda aguardándole en la nevera, y una vez alimentado saldría a cazar.

Sin embargo, su idea se vino al traste cuando entre el olores reinantes se coló uno que le puso al instante el alerta. Un vampiro. Miro a su alrededor como loco, bajándose levemente las gafas de sol, para que no le entorpecieran su visión.

-Tsk… - maldijo.

Ya había oscurecido, había mucha gente en la calle, y muchos callejones oscuros laterales al barrio principal. A saber de donde venia el olor…

No. Tenia que encontrarlo. Por la seguridad de los humanos presentes.

En cuanto lo localizo, que fue fácil, supo enseguida algo de su enemigo natural… este era de los que se había infiltrado, y con bastante éxito, entre los humanos.

Solo había que ver como se lo comían con los ojos algunos transeúntes… y de ambos sexos. Y la verdad, es que aunque odiara admitirlo, esta vez la sanguijuela que le había tocado hacer pedazos… sabía cuidar bastante bien su aspecto.

“Odio el siglo XXI” pensó molesto Ji. Tenia unas ganas enormes de gritar a los estúpidos que estaban atrapados por el fascinante aspecto del vampiro, lo que era realmente, pero claro… nada bueno saldría de eso. Casi ni prefería pensar en las consecuencias de hacer tal locura.

De repente, a pesar de tener la vista oculta tras la gafas de sol, el vampiro le miró y le sonrió, como si supiera que le estaba mirando con ganas de meterlo dos metros bajo tierra… y entonces llamó a una mujer, casi sin perderle la vista y se inclino peligrosamente sobre su cuello.

¡Eso ya era el colmo! Jamás un vampiro se había atrevido a exhibir su naturaleza tan descaradamente ante él… lo normal es que huyeran, y le miraran cabreado, pero ese… mal nacido le estaba provocando.

“Muy bien… vas a morder algo que te va a costar tragar” pensó apretando los puños, intentando contenerse para no transformarse en medio de tanta gente. “Maldito desgraciado”

Cuando la mujer se separó de él, tenia una miraba embobada, como si no creyera de su buena suerte. Ji le miro ansiosamente el cuello, pero no vio señal alguna y miro al vampiro ultrajado. ¡Le había engañado!

De dos furiosas zancadas se colocó a su lado, frente a frente, intentando ignorar su pulcro aspecto que le hacia parecer un humano más, y le susurró:

-¿Se puede saber a que juegas? Si quieres pelea conmigo no hacia falta hacer eso, la ibas a tener igualmente- gruñó por lo bajo.

Era cierto, que con tanta gente no podía atacar… pero el vampiro tampoco podía hacerlo. Asi que estar tan cerca de él con tantos testigos humanos no era problema.

Dio un bufido salvaje al oír la detestada palabra “amantes”. Principalmente era detestada por que procedía de un vampiro. Por poco estuvo de darle un mordisco y arrancarle el dedo por su osadía de tocarle tan tranquilo la frente… pero claro, no seria un comportamiento muy humano y civilizado, y evidentemente una persona sin dedo y chorreando sangre, y otro con un dedo en la boca… llamaría indudablemente la atención.

Cuando sacó su emblema lo miró como si fuera una serpiente de cascabel a punto de atacarle… por dios, que mierda: un vampiro antiguo. Eran siempre los más difíciles de matar, y en los que se recomendaba hacer frente en manada.

Pero si el vampiro no le mostraba miedo, él no seria menos. Se irguió, con orgullo, y respondió:

-Soy Ji Ren… -entrecerró los ojos, en son de amenaza. -Líder de clan…-

Prácticamente le estaba diciendo que toda agresión a su persona no saldría impune… nada impune de hecho.

Pero había algo de él que le molestaba, aparte de su actitud, y era… ese cigarrillo, que le hizo arrugar el gesto. Le molestaba al olfato… ¿Qué era?

Pronto salió de dudas, cuando le dijo que era ese maldito humo. ¡Agh! Cada vez lo detestaba más por momentos, con ese aire de distinguido y hombre adinerado, ¡tenia la impresión de que solo estaba jugando con él!

Tenía unas inmensas ganas de hacerlo pedazos, tal como demostraba su propia mirada, pero una vez más los humanos que protegía el estropearon tal iniciativa…

-Me dan igual tus trucos, si no puedo utilizar mi olfato solo tengo seguirte y no perderte de vista…y déjame decirte que no pasas desapercibido, será fácil hacerlo- sonrió con sorna… una sonrisa tras la cual se ocultaba la sonrisa de un lobo hambriento de sangre de vampiro. -Así que, mi buen Ryuuji Suu… te pregunto ahora, ¿qué harás?- preguntó con una peligrosa suavidad.

Le miro totalmente confuso cuando le felicitó, incluso retrocedió un paso, no sabiendo muy bien como tomarse eso de un vampiro. En verdad, Ryuiji Suu… no sabía por donde cogerlo, tenía un carácter singular. Y eso le ponía nervioso, hasta inseguro. ¡Pero no podía flaquear! ¡No podía dudar! ¡Así era como vivía! ¡Por esto mismo era por lo que vivía! Si no cazaba vampiros ¿qué seria de él y de su manada?

-Gracias- contestó secamente, no queriendo entrar en detalles de cómo había logrado tal puesto. El pasado, pasado estaba…

Era culpa de hombres como el que tenia enfrente que hubiera acabado así… todo era culpa siempre de los vampiros, era así de simple.

-Te daré en gusto Ji, pero tampoco será tan fácil -

Con esa frase casi respiro aliviado: todo volvía a su cauce normal… ese hombre no era más que su presa. Punto. No había nada más que añadir.

Se apresuro a seguirle, quedándose detrás de él, intentando no gruñir a las personas que se quedaban embobadas mirando al vampiro. ¡Ilusos! Eso tenía ganas de gritarles. Por eso odiaba aun más a los vampiros integrados como este… los humanos hacían que cazarlos fuera más difícil.

Sin embargo, en un cruce, se tuvo a colocar a su altura, y le miro tenso y de reojo, procurando que no se le notara, metiendo desenfadadamente las manos en los bolsillos.

Sin embargo, su pregunta le hizo contener el aliento, exasperado.

-No digas nada que pueda ser malinterpretado, por favor- siseó por lo bajo como una serpiente. Alzo la mirada para ver el parque Hyde… a la noche lucia siniestro, pero para lo que Ji buscaba, era perfecto. -Allí dentro no habrá humanos que nos molesten a estas horas- señaló con un cabeceo, intentando esquivar la magnética mirada del vampiro.