Encuentro(priv)

En las calles de parís, el anochecer llegaba y humanos se escondían protegiéndose de aquellas especies llamadas vampiros corriendo huían de el lugar.

Tiendas cerraba, casas eran al igual cerradas todo en silencio absoluto llegaba corriendo por esas calles un joven niño trataba de encontrar quien le ofreciera un lugar donde esconderse pero nadie permitía el paso.

El anochecer cada vez mas bajaba, el sol se escondía entre las montañas y la luna era la que se asomaba en un resplandor hermoso que engañaba, era la hora de que los vampiros salieran de sus escondites.

La plaza de la Concordina era donde el joven ya hacia escondiéndose sin saber donde, escondiéndose entre un hoyo que se encontraba en un árbol jadeando se quedaba en silencio temiendo que tal vez esa noche no podría escapar de las personas que le harian daño.

-*necesito ayuda pero como*-Decia escondiéndose y tratando de calmarse veía cuidadosamente su alrededor.

Ayase jamás había odiado a los vampiros pero el temor de encontrarse con alguien que precisamente tal vez podría ser dañado era lo único que lo ponía nervioso.

Mirando su muñeca se encontraba una marca que solo los esclavos tenian pero a un incompleta al no tener a un aquien servirle su marca no se completaría.

Usualmente al caer la noche, salía presuroso del que fuera su escondite; ya que sin duda alguna, se dirigía al hospital donde solía laborar en el turno nocturno, quizás a falta de un quehacer común o quizás por que allí tenía la fuente de su alimento. El banco de sangre de La Signora del dolore, hospital italiano exclusivo para los ricos y poderosos; albergaba tras sus puertas abundantes cantidades de sangre donada para los mortales carentes de dinero que iban allí a venderla, por lo que... algunos años de experiencia y la sustracción discreta del vital liquido, le habían procurado una existencia mas o menos amena, regularmente tranquila...

...Sin embargo, se encontraba en Francia por una diligencia ajena por completo a sí, y no pudiendo regresar la noche siguiente a su partida, indudablemente tuvo que apañárselas para sobrevivir esa noche, pues si bien no moriría de hambre, la constante sed -que siempre se había visto satisfecha antes de llegar a molestar- le había hecho perder practica en el autocontrol, y si antes no era notoria por su pronta satisfacción, en esta ocasión sentía que se volvería una bestia salvaje a falta de su alimento. A medida que caminaba, fue sacándose el nudo de la corbata en un desesperado intento por tranquilizarse, sus pasos eran veloces, casi podía decirse que iba corriendo y el maletín que llevara en sus manos desde hace rato había desaparecido; a salvo, por supuesto, pero sin nada con qué contenerse, sus instintos asesinos afloraban...


Sus pasos resonaban entre la callejuela húmeda, después de una lluvia ligera en la tarde, el viento frío que soplaba despejaba los cielos, dejando lucir una inmaculada y aterrorizante luna llena; que iluminaba lo que el alumbrado público no había podido alcanzar. Un gruñido mas similar al de un lobo o un león afloró de su garganta, aquel que inmediatamente se vio sofocado por su mano. Estaba por perder el control... afortunadamente no había nadie en la calle que pudiese verlo.

Escondido entre un árbol permanencia hay hasta que se dispuso a salir con cuidado miraba sus alrededores antes de salir y con cuidado caminaba por las la plaza cual solo se escuchaba el aullar del viento y el movimiento de las hojas al igual que algunos chillidos de ratones que salían en bus queda de alimento o tal vez algunas cosas mas.

Sus pasos eran rápidos y una neblina que se encontraba en ese lugar impedía su visibilidad, el caminar del joven resonaba a causa del agua que se encontraba en el suelo de la plaza, una ola de frió pasaba por su cuerpo erizan dolo y se abrazaba el mismo.

El viento soplo fuertemente y las hojas causaban una ilusión en la zona siendo rodeado por estas hojas de un momento a otro las hojas callearon al suelo y el joven quien se cubría su cara protegiéndose con sus ojos cerrados escuchaba algunos pasos rápidos que se acercaban a el y entre las sombras se veía una silueta que cada vez mas se alcanzaba a ver mas y entre la luz de el faro de la plaza salia un hombre.

Una forma tenebrosa tenia aquel hombre que causo el impacto de este joven sorprendiéndose tembló llevando una mano en su pecho dio solo un pazo hacia atrás.

-*un vampiro...*-Decia en su mente viendole fijamente con sus labios ligeramente habiertos le miraba escuchando a un el aullar del viento -*qui-quien es usted?*-

En su mano en la muñeca se alcanzaba a ver solo un poco a la vista de un vampiro la marca de incompleta de su termino...su futuro o bien en lo que el servia un esclavo de sangre.

¿Un vampiro? Levantó la vista, preguntándose si alguien lo había visto; si lo habían descubierto; pues según rezaba el código, esa persona debía convertirse en su esclavo o en su alimento... Observó entonces a su alrededor, mirando que, efectivamente había otro vampiro además de sí; y que se acercaba con la delicadeza y suavidad de un leopardo cazando a su presa. Analizó friamente las posibilidades que tenía, si bien podía marcharse del sitio y dejar a ese humano a su suerte; -pues no sabía que costumbres tenían los vampiros franceses- podía optar de igual manera de robarlo y alimentarse con él; siendo médico y una vez saciada su hambre, pretendería que lo había encontrado tirado por allí y aprovechándose de la tenue iluminación, contaba con seguridad de que tal humano no le viese el rostro, por ello actuaría con prisa.

Desafortunadamente, aquel vampiro neófito no pensaba dejar ir tan fácilmente su presa en manos de otro, por ello; apenas sintió a Digabriello en los alrededores, emprendió carrera contra el descuidado y suicida crío que se dejaba ver a la oscuridad como en su frente llevara un letrero que dice: "Cómeme".

Y no dándole tiempo ni al muchacho ni al vampiro, corrió en dirección del chico y sujetándole por la muñeca; le jaló hacía el otro extremo de la plaza.

-¡Corre!- Sin embargo, por mucho que quisieran aventajar al vampiro, la velocidad de aquel humano no sería exactamente la adecuada, pues apenas doblando la manzana, aquella bestia, mas animal que humana; se abalanzó sobre de ellos con sus afilados dientes, desesperado por alimentarse, al parecer, sin hacer excepción de Digabriello o el muchacho; haciéndoles perder el equilibrio y llevándoles suelo abajo entre el lodo del callejón.

-¿Que diablos hacías a noche abierta allá afuera? -Replicó mirándolo, frunciendo el ceño a medida que se forzaba a jadear. Si bien era un vampiro, no pretendía que se le notara de buenas a primeras por la ausencia de cansancio o de respiración agitada. Sin embargo, iba en aumento el hambre, y a cada minuto que pasaban, perdía el control que alardeaba tan orgullosamente delante de su clan. Se dejó caer en el suelo, aquella puerta no les serviría para nada; puesto que el vampiro poseía una gran fuerza dado su primer año; sus instintos le harían rastrearlos a varios kilometros a la redonda, yel sonido del corazón palpitando era un suculento indicio de su ubicación.
-Si crees que con eso lo detendremos, estás en verdad equivocado.

Se levantó entonces y rompió un cristal trasero de aquel caserón abandonado, emprendiendo la huída. Perfectamente habría podido hacer uso de su fuerza y quitarse de encima al vampiro, pero su urgencia radicaba en no permanecer encerrado en aquel cuartucho que le abotargaría las fosas nasales con el aroma del crío; y si se habían contenido sus garras y colmillos en aparecer, con toda seguridad se debía a que estaba próximo un enfrentamiento.

-Espero que puedas correr... -Si conseguían llegar a algún hospital, estaría salvado. LLevaba consigo sus credenciales, un chico herido y ambos iban huyendo, y hasta donde sabía; la población aún se mantenía exceptica de los vampiros; por lo tanto le brindarían auxilio a ambos y en un movimiento en falso, Digabriello podría encontrar el banco de sangre local o alguna víctima hospitalizada que quisiera acortar su estrecho sendero a la tumba,

Jaló al crío con la mano, esperando que al calor de su cuerpo a causa del ejercicio, no notará la piel ajena más fría de lo habitual, pero por ello; debía asegurarse de dar traspies y seguir jadeando; aún tenía suficiente fuerza de voluntad para ser discreto.

Analizó prontamente las opciones que tenía. El rastro de sangre había sido un seguro delator, y por otro lado, no podía seguir conteniendo su apetito por mostrarse civilizado. Se rompió el faro de la calle, sumiendo en penumbra todo a su alrededor, ya que precisa y óptimamente una densa nube cruzaba la luna impidiendo que la escasa luz aflorase sobre la plaza. Entonces sin más, se arrojó sobre el cuerpo del muchacho, teniendo la suficiente delicadeza de golpearle con fuerza la nuca a fin de dejarlo inconciente; a medida que encajaba sus colmillos sobre su brazo herido, que era de donde más manaba sangre. Si bien lo típico era morder el cuello, y aunque él acostumbraba a morder en la muñeca; practica realizada comúnmente en los hospitales donde los enfermos confundían las marcas con un suero mal puesto o una aguja que no encontró la vena, en esta ocasión no lo hizo por estética; sino por que el arómatico líquido vital manaba por aquella herida, y así fuese una herida en el pie, estómago o cualquier otra parte del cuerpo, esta conseguiría atraerle, arrastrándole como un animal salvaje y hambriento.

Tras los pocos segundos que llevaba bebiendo, iba recobrando la compostura y ganando fuerza, pero no bien pudo acabar de beber del chico; ya que aquel vampiro, ahora furioso de verse privado de su alimento, regresaba no solo para devorar lo que faltara del muchacho sino para desquitarse contra aquel que se lo había quitado.

El enfrentamiento sería típico y anormal al mismo modo. Ya que no se necesitaba precisamente un espacio tan abierto ni tan cerrado, no se trataba de golpes; aunque ciertamente los gruñidos de ambos vampiros asemejaban a un viejo lobo y a una pantera negra, si es que se puede comparar de ese modo. Más a pesar de la rapidez de la pantera, la experiencia y agilidad del lobo le permitía burlarle lo suficiente; sin embargo, la diferencia radicaba en que el vampiro neófito moría de hambre y pocas probabilidades tenía con uno que ya se había alimentado y del cual el tiempo estaba de su lado, por ello cedió a la batalla y se alejo, de lo contrario; podrían haber pasado varios días sin detenerse... exceptuando claro, por la luz del sol.

Digabriello regresó a donde estaba el chico, dispuesto a terminar lo que había comenzado. Si bien el otro ya se había resignado a la muerte, tal ves rompiéndole el cuello sería el modo menos doloroso de acabar con su existencia. Se inclinó sobre de él, comenzando a sostenterlo entre sus brazos, de ser posible; para arrastrarlo a un camposanto y allí depositar su cuerpo, hasta que la luz de la luna, nuevamente en el momento correcto, se hizo presente, revelando la marca casi completa, tatuada en el crío.

-¿Pero que diablos...?- Indudablemente solo le quedaba esperar a que el otro despertara...

-Te ha mordido... lo lamento, no pude hacer nada.- Se disculpó, a medida que se cercioraba que no hubiese sangre o residuos de esta en sus dientes o en su barbilla. Le tomó la mano y con su pañuelo envolvió la mordedura, e irónicamente; la herida que gradualmente cicatrizaba o que al menos, había dejado de manar el precioso y enloquecedor líquido.-Me vi precisado a escapar, pero apenas se alimentó; trate de sacar la ponzoña de la herida, como el de un animal venenoso.

Sus dedos fríos y suaves terminaron de vendarle, sin embargo, debía llevarle a un hospital; pues temía por el chico y la pérdida de sangre; más no había caído en cuenta de algo, lo cual lo estaría practicamente descubriendo delante del crío. Cuando a un humano se le encontraba con la marca del esclavo, casi siempre se les asesinaban o los marginaban; ya que la actualidad, aún supersticiosa, pensaba que era símbolo del demonio o la marca del diablo y que ello, solo podía augurar calamidades.

-Tendremos que llevarte a un hospital, no sé como funciona eso de la transformación, o si serás una bestia como ellos; o si esa marca diabólica te ha protegido o como funcionen las cosas pero; estás mal herido y alguien tiene que atenderte. ¿Puedes ponerte de pie?

Ciertamente Digabriello parecía un humano, atento, educado y cortés; sin embargo, esas virtudes contrastaban a fondo con el paisaje desolado del camposanto y el muchacho ensangrentado. Ese sitio daba a relucir su verdadera naturaleza. No era un demonio, sino un hijo de la noche.

Escuchaba atentamente cuanto el chico le decía. Había escuchado sobre la marca, pero no lo suficiente, puesto que nunca había tenido la necesidad de alimentarse de otro humano que no fuese un moribundo paciente; sin embargo, el hacerlo a diestra y siniestra era un descuido enorme, pues así como los humanos contraín infecciones, o enfermedades a través de la sangre de otras personas, él había contraído un esclavo o incluso habría podido convertir a alguien por su descuido si no le asesinaba. Observó al chico, la manera discreta pero notoria de como escondía la marca en su muñeca y analizó nuevamente sus palabras.

-Siempre puedes convertirte en cazador de vampiros, buscar a la bestia que por allí deambula y asesinarle, entonces la marca... bueno, no sé si se borre de ti o si regrese a ser una marca incompleta o como se maneje... -Había sido pillado. No conocía de hecho nada sobre dicha marca, de modo que era imposible que evadiera la responsabilidad de una regla que le era desconocida. El desconocimiento no impedía su cumplimiento.

Se quito el sacó y se lo echó entre los hombros, al notar como algunas de sus ropas estaban desgarradas y manchadas. No sabía como explicaría a los venerables ancianos su descuido y el haber sido descubierto por un chico quién ahora tenía su marca y era su esclavo.

-Las personas no siempre somos justas, Ayase. Nunca miraremos desde el punto de vista de otro ser, a través de sus ojos o poniéndonos en sus zapatos; sino que siempre desde arriba, donde todo es más seguro y no nos alcanza su desgracia y miseria... Pero creo que nunca aprendemos la enseñanza de los errores en cabeza ajena. -Le sobó la cabeza, despeinándole un poco y le cedió su pañuelo, sin atreverse a tocarle nuevamente el rostro, ya le había estropeado la vida lo suficiente por un rato y con los antecedentes del trato de las personas, era imposible que le llevara a un hospítal.- Bien, iremos a mi consultorio. Allí te atenderé lo poco que pueda hacer por ti, ¿tienes donde quedarte? ¿Hay alguien que estará preocupado por tu desaparición?

Escuchaba sus palabras,estaba sorprendido parpadeando un poco de proto sintio pasos hasta donde el se encontraba sintiendo algo que cupria su cuerpo noto que era el abrigo del hombre que posaba ahora en sus hombros la tomo con sus manos sin querer que se arruinara con las manchas de sangre en su cuerpo pero lo necesitaba a causa de su ropa que estaba en mal estado.

-*gra-gracias*-Susuro y le miraba.

A un estaba confundido por que tanta ayuda le daba a el era extraño que ahora en estos tiempos un extraño te daria su ayuda pero a un asi lo agradesia cerrando con fuerza sus ojos dejaba que alborotara su cabello, encojiendose entre hombros a un estaba atento a su platica hasta lo ultimo cual tomo e pañuelo y limpio su rostro para luego verle.

-*no...no tengo donde quedarme mi padres ya hace años que murieron y mi hermano...el tambien fallecio...*- Continuaba limpiando su rostro sin a un soltar el abrigo pues estaba tan calido que se le hacia reconfortante.

-Estamos a unos 500 metros de la salida. Esa cosa te ha abandonado aquí, apenas he podido seguirle, puesto que son mas rápidos que el resto.- Le extendió el brazo, paándoselo alrededor de la cintura de mood que pudiera andar sin apoyar demasiado. Los mortales, a falta de sangre tendían a desmayarse, mientras que los inmortales solamente perdían el control de sus acciones. - No puedo decirte que comprendo tu situación, pero he llegado a atender a pacientes con... dígamos, que con sintomatología parecida; y el trato de los médicos y enfermeros, incluso el de los mismos pacientes, se diferencia un poco, a veces mucho...

Trataba de reconfortarlo, y al mismo tiempo, de reconfortarse a sí mismo. No solo era un crío, era un humano que tenía todas la vida, aunque quizás no todas las oportunidades por delante; y él se las había arrebatado. Lo peor de todo, radicaba en que ni siquiera estaban en Italia, donde los venerables le permitirían tener un acompañante -termino mas cómodo para un humano que ser llamados esclavos.- sino que incluso tendría que dirigirse con las cabecillas francesas para permitir su salida de su tierra natal y ser llevado a Italia, donde cuidaría de él. Era lo menos que podía hacer.

Generalmente era un hombre responsable y maduro que sabía lo que quería... pero hacía algunos siglos que había olvidado como cocinar, que comían los humanos y en qué cantidades. Al menos a las mascotas animales se les daba alimento a base de croquetas o granos, pero y a los mortales?

Sintio la mano en su cintura bueno que mas bien lo sotenia y parpadeo sonrojandoe levemente se apoyo un poco en el y caminaba a un seguia diciendo que era demaciada ayuda y se decia en la mente como loco bajando su mirada sin querer ver.

-*y me gustaria saber como se llama?...si es que se puede saber*-Susurro y sonreia mientras continuaba con la mirada al frente.

Sus pasos era algo ya normales tratando de no hacer mas rapido su caminata se sentia algo confiado en el por raras razones creia en el.

Sus pensamientos estaban algo atorrmentados pues el saber de aquel ser que habia tomado su vida para serle suya. Comprendia que no era su culpa pues el se alimentaba de eso y no podia hacer mas

-Lo lamento... usualmente olvido presentarme, manías mías; ya que basta el título de galeno para abrirme cualquier puerta.- Replicó en un perfecto francés, a medida que con cierto cuidado llevaba al chico hasta la entrada del Cementerio y una vez allí, encontró una salida lateral, la mas utilizada para un vigilante; que ciertamente, dicha persona no se encontraba allí, por miedo quizás a los animales nocturnos que se alimentaban por las noches.- Digabriello Rossolli, como podrás observar, ni siquiera soy francés.

No he podido hacer mucho por ayudarte, pero sé que esclavo o no de una bestia, por que es más una bestia que otra cosa; dudo que pueda controlarse así mismo y salir de ese estado Berseker para poder invocar a la marca que lleves grabada en tu cuerpo y así forzarte a servirle.- Trataba de animarle. No estaba seguro de como funcionaba tener un esclavo, pero si podía hacerle creer que se había librado de servir a un vampiro, con fácilidad podría remitirlo a Italia donde lo pondría a estudiar para ampliar sus oportunidades y motivar su deseo de vivir. Por supuesto que eso implicaba verlo lo suficientemente poco para mantenerlo a salvo y bajo el disfraz de ser médico nocturno; el muchacho nunca sospecharía que su mentor y ahora protector fuese una de aquellas bestias que habían tratado de asesinarlo.

-Si no tienes quién vele por ti, y por lo terrible que me siento por no haber podido ayudarte; quizás... quieras trabajar para mí. Necesito un asistente que atienda algunos aspectos en el día, yo duermo; por que mi trabajo en el hospital es el turno nocturno. En Italia nadie quiere tomarlo por temor, pero alguien debe tomar la responsabilidad de los pacientes que han sido atacados o han sufrido algún accidente. -Hizo la parada a un Taxi, quién al principio no había querido detenerse, más al divisar a un hombre elegantemente vestido y a un chico maltrecho que salía del cementerio, solo pudo pensar lo exacto de la situación, sin embargo, la insistencia de Digabriello le forzó a detenerse... o prefirió pensar así y no que un vampiro hubiese controlado sus propios deseos para obligarle a recogerlos.

Su mirada se dirigio de nuevo a el.

-*tra-trabajar...ahhh seria un placer ayudarle Digabriello*-Dijo con una gran sonrisa era lo mas que podia o bueno eso es lo que pensaba que podia ayudarle por todo.

Salian del lugar en una puerta donde solo los vigilantes salian pero por lo que el veia no habia nadien, unos cuantos pasos mas adelante suvio a un taxi que al pareser el mayor habia detenido para llevarlos.

-*Me gustaria ayudarle en su trabajo de la noche si es posible o ayudarle en lo de la casa a cocinar o a limpiar no me gustaria estar hay sin pagar por darme vivienda en su casa*-Dijo sonriendo mientras veia como el taxi para pronto avansaba.

Su cansancio era notable y sin mas poder soportar bosteso un poco quedandose casi dormido ante el movimiento del taxi cayo en el hombro del mayor recargandose se quedaba dormido solo unos momentos suspirando de cansancio mientras susurraba.

-*gracias por ayudarle señor Digabriello*-

-Al Grand Hotel, por favor.- Replicó amable, a medida que le extendía una buena suma en euros al conductor, quién avaricioso cambio inmediatamente su aspecto. Si el pasajero era vampiro o no, ya llevaba su merienda, él solo debía limitarse a servirle.- Ya veremos en que manera puedes serme útil, lo importante es alejarnos de aquí...

Durante todo el transcurso se fue en silencio, dejando dormir al muchacho, indiferente a las miradas extrañas al conductor. Usualmente el italiano solía hacer conversación, a fin de que nadie sospechara de sí, pero en esa ocasión, grandes incógnitas venían a su mente. Nunca nadie le había explicado sobre los esclavos de sangre, jamás había convertido a otro ser humano y de una manera un poco tímida, se había alimentado esos últimos siglos; por lo tanto, tenía demasiado que aprender sobre la responsabilidad que había acatado sin darse cuenta y en un descuido. Cuando llegaron al hotel, dejó al taxista una buena propina y sacudió suavemente al muchacho.

-Hemos llegado... -Era uno de los hoteles más lujosos de Francia, y bajó la máscara de un congreso o una comisión, había elegido una habitación VIP reservada únicamente para él, con todo lujo, privacidad y seguridad. Delegaría al muchacho una habitación contigua, puesto que estaba por amanecer y lo último que necesitaba era que este descubriese su secreto.- Será mejor que pidamos una habitación para ti.

Dormia con tranquilidad en el hombro del mayor sin sentir el camino estaba tan relajado y cansado para poder abrir sus ojos pero al sentir como le movian con dificultad abrios sus ojos y tocandose los ojos bostezaba tapandose la boca con una mano se dispuso a salir del taxi dandose cuenta del lujoso hotel.

-*ahhh que lujoso*-Decia con sorpresa para luego seguirle se detuvo y vio sus vestimenta de lo mas inadecuada.

Sabia que seria una verguenza entrar a ese lugar y mas como vestia tal vez dentro se encontraban personas de la alta sociedad, al escuchar el ofrecimiento de una habitacion para el lo miro.

-*co-como guste*-Dijo caminando detras de el escondia su ropa desgastada para luego dirigirse a la resepcion agachando su mirada sentia como le miraban.

Tal vez no era alguien de la alta sociedad eso era algo que tal vez le miraban, con verguenza de estar hay se encojia entre hombros susurrando.

-*no creo que se adecuado que ande con estas vestimentas por aqui*-Se decia a si mismo viendo a un lado cerro sus ojos asiprando aire por la nariz.

Derrepente capto un suabe aroma, el aroma que poseeia el saco del mayor le agradaba ese elegante perfume le ponia la piel erizada para luego abrir sus ojos de golpe y sacudir su cabeza apenado por lo que habia hecho escondia su rostro agachando su mirada.

-¿Pasa algo malo? -Se detuvo, mirándole por encima del hombro y una sonrisa amable pero con el atractivo usual de los de su especie, se dibujó en sus labios. Se aproximó nuevamente al chico y con el pañuelo le limpió la mejilla, abrochándole el saco, imaginando que este tenía frío. Le tocó la frente al ver su rostro tan rojo, acostumbrado a la palidez excesiva en los vampiros, más con la práctica en la medicina mortal, advirtió que si bien el chico no tenía fiebre, estaba por demás, agotado.- Me encargaré de proveerte cuanto necesites. Ropa, alimento, y una cama; mañana saldré temprano para arreglar los papeles de tu traslado como mi discípulo, pero por ahora debes descansar...

Le acarició nuevamente la mejilla, clavando sus ojos fríos pero amables, sobre las facciones del muchacho. Era sumamente hermoso y muy delicado, no podía comprender como era que un humano tan frágil pudiese continuar existiendo a la intemperie, pero después se repitió que la flor mas hermosa era aquella que florecía en un ambiente adverso, como la rosa en invierno; oculta entre la nieve... Levantó la vista, topándose con uno de los gerentes del turno nocturno, mismo que estaba por terminar; y este se aproximó, como si le hubiesen llamado con el pensamiento -lo que así había sido- y solicito, acudió a atender a aquel misterioso caballero que elegía una de las mejores suites.

-Me ausentaré... Entregádle a mi pupilo una habitación junto a la mía, no importa el precio; quiero que se mantenga bien alimentado, procuradle ropa de su talla y condición, y vigilancia, para que no salga del edificio... -Le sobó nuevamente la cabeza a Ayase y sonrió amable. El sol estaba por salir, y debía ir a su habitación por otra entrada, de modo que hiciera creer al chico que estaría ausente preparando los documentos de su traslado a Italia; así, este no irrumpiría en su habitación permanentemente cerrada.- Trataré lo de tu traslado. No dudes en pedir cuanto necesites, Ayase.

Y dicho esto, se retiró apresuradamente...

Se dejaba ahcer viendole con ternura y timides al sentir la mano en su frente se sorprendioy parpadeo viendole fijamente para luego de sentir el tacto en su cabeza fuera algo calido par el, algo que jamas habia tenido despues de la muerte de su familia.

-*Gra-gracias por todo Digabriello*-Susurro sonriendo amablemente.

Pero el sentir el tacto en su mejilla y esos ojos que le miraban no pudo reaccionar viendole fijamente bajaba su mirada sonriendo ruborizandose un poco escuchaba todo lo que decia el mayor para luego ver como el gerente le decia la direccion en donde estaba su habitacion antes de irse resibio el calido y amable despedida en una caricia en su cabello sonriendo y encojiendose entre sus hombros luego afirmo con su cabeza despidiendose se iva hacia su habitacion.

Despues de pasillos y subir elevadores por fin llego a su habitacion entrando ya en esta se encontraba ropa pero sorprendido veia la grandesa de esta tan lujoso y comodo que no podia dejar de verle, el gerente se hiba diciendo algunas cosas al joven cerraba la puerta mientras este entraba y lo primero que hiba hacer era tomar una ducha quitandose el saco cual dejaba delicadamente en su cama para luego dirigirse al jacusi donde se adentro ya estado por completa llena disfrutaba su baño con mucha alegria.

El sol estaba por salir, pero cuando los primeros rayos plateados despuntaban en la habitación de Ayase, Digabriello hacía pocos minutos que se encontraba en su habitación en penumbras, donde la luz del día no tenía cabida siquiera para crear un juego de sombras o luz.

Dormiría toda la mañana, ya había solicitado a un contrabandista los documentos pertinentes, haciendo pasar a Ayase por un menor de edad a fin de que no opusieran resistencia, aquellos documentos serían originales, pero sinel papeleo y trámites necesarios; con unas pocas influencias contaba con los embajadores de Francia, algunos de ellos esclavos o propios vampiros impuros al servicio de los superiores.

Tenía un sueño apacible, pero cualquiera pensaría que estaba muerto por su falta de pulso y la temperatura de su cuerpo; únicamente esperaba que su discípulo no sintiese el afán de buscarlo o curiosear en su habitación. Ya en la noche recuperaría su maletín y partirían a Italia. Quizás allí le confesara su secreto o lo tuviese un poco mas... engañado.

Estando en su habitacion terminaba de ducharse salia de esta enbuelto en una bata que vaya que le quedaba algo larga caminaba hacia su cuave cama sentandose en la orilla de esta se dejaba caer recostandose veia el techo de esta con gran tranquilidad solo se escuchaba el sonar de un reloj antiguo.

-*Digabriello...es tan amable conmigo...*-

Decia en su mente para luego a un estando en bata se acostara en la cama estando de lado veia el reloj poco a poco se quedaba de nuevo dormido dejando que los rayos del sol entraran por la ventana descansaba plasidamente.

Soñando sus recuerdos mas obscuros de su vida la muerte de sus padres acesinados por vampiros, la venta propia de su propio hermano y el fallesimiento de este teniendo graves pesadillas ante los sueños de un golpe de nuevo desperto jadeando asustado se sentaba en la cama sintiendo una gotas de sudor por su mente su alterada rinmo cardiaco mostraba su temor.

Al estar bien se levanto y cambio saliendo un poco se encontraba con dos hombres que cuidaban su puerta sin mas que hacer pidio algo de comida y de nuevo se metio en su habitacion sentandose en la cama moviendo sus piernas tarariaba pues estando solo y encerrado no sabia que hacer hasta que se le ocurrio una idea espero un momento y miraba hacia afuerra viendo que no habia nadien salio con lentitud caminando hacia la puerta de la habitacion de Digabriello le daba curiosidad su habitacion y que cosas tendria dentro.

Lentamente abrio la puerta biendo todo obscuro se desidio a entrar con silecio caminando hasta que alcanzo a ver a Digabriello dormir parpadeo viendole algo confuso como estaria durmiendo en pleno dia, se acerco a este mas y mas sentandose en la orilla se le quedaba mirando hasta que derrepente se da cuenta de algo saltando de la cama con lentitud se alejaba llegando a la pared negaba con su cabeza con demaciada sorpresa y temor.

-*n-no puede ser..el...el es tambien un vampiro*-Susurraba viendoloe dandose cuenta que todo habia sido una mentira el habia sido quien le habia golpeado para desmallarle y morderle no podia creer que tan facilmente lo habian engañado caminando hasia la salida tiraba por accidente una lampara causando un fuerte sonido que se asusto derrepente quedando bloqueado.

Se despertó entonces en ese momento, acostumbrado siempre a estar bajo un sopor en el que descansaba, abrió los ojos; incorporándose al acto, centrando sus ojos hacía el punto ciego y oscuro de donde venía el ruido, brillando estos en la oscuridad. Posteriormente se posaron en el segundo ruido en la habitación. Un presuroso palpitar de un órgano humano, por lo que permaneció inmóvil unos breves segundos, palideciendo visiblemente antes de fingir demencia.

-Que... que pasa? De que es ese escándalo? Ayase, estás bien? Te sientes mal? -Se levantó simulando rápidez, que, de querer moverse rápidamente, habría desaparecido de la vista del chico. Avanzó fingiendo torpeza, y a tropezones con las sábanas, llegó hasta donde estaab el chico inclinándose a su lado, tomándole la muñeca con delicadeza para sentir su pulso y colocando su mano en su frente a fin de tomarle la temperatura. Pero s epercató del palpitar acelerado y de su respiración entrecortada, la mirada extraviada y la lívidez en su rostro. Lo había descubierto- Necesitas dormir un poco... has comido ya algo?

Miró hacía la ventana. El color opaco de las telas le indicaba que el sol aún seguía en lo alto, por lo tanto; estaba atrapado, más esperaba que el chico se mantuveise en shock y no en una crisis de histeria donde quisiera retirar los pesados cortinajes a fin de que se colara la luz del sol.

Al sentir que se le hacercaba se movio con rapide jalando su mano empujandole se alejaba caminando hacia atras con temor a un temiendo que toda esa amabilidad fuera solo para ser deborado o bien descuartisado.

-*alejate!! n-no te hacerques más*-Decia en voz alta esos grandes ojos color azul cielo se mostraban atemorisados.

De un abrir y cerrar de ojos tomo de su alcanze amenazandole tenia una mirada de enfado y tristesa de sus ojos salian lagrimas permanecia en su lugar notandose como sus brazos temblaba.

-*tu me metistes tu no eres un humano...*-Decia con una voz temblorosa.

No queria matarle en ese momento no sabia que hacer solo estaba confundido y no sabia realmente que hacer, el temor le controlaba pero el quere de esa persona no podia dañarle.

-*T-te odio!!!*-Gritaba apretando sus ojos cerraba estos agachando su mirada solo dejaba que sus lagrimas corrieran.