Buscando un esclavo de sangre

Aprovechando que la noche estaba fresca y seca y la niebla sumía en el misterio al puerto Alemán Aaron aprovechó para hace runa visita en busca de los esclavos que le hacían falta. Después del incidente ocurrido hacia unos pocos días, del cual claro no se arrepentía, se veía obligado a abastecerse de nuevos humanos de los cuales alimentarse cuando no sintiera deseos de salir en busca del alimento. Pocas habían sido las oportunidades a lo largo de su existencia en que un humano se había convertido en su esclavo de sangre voluntariamente, a decir verdad esto tenia sus ventajas y desventajas: por un lado, era más dócil y sencillo tenerlo en el castillo, pero mostraban aquella devoción enfermiza hacia él que la mayoría de las veces radicaba en el hecho de ser trasformados en criaturas de la noche. Estúpidos seres, ¿acaso no se daban cuenta de que no eran más que un recipiente vacío que saciaba sus necesidades más salvajes? ¿ara que iba a convertir a algo así en alguien con poderes sobrenaturales? No eran merecedores de la bendición de la vida eterna.

La luna estaba oculta tras la densa niebla, su humor estaba crispado por el apetito y no tenía deseos de llamar la atención. Tan sólo hacer una buena compra, proceder al ritual correspondiente y regresar a su país natal. Por esto su atuendo era sobrio, una chaqueta larga de color gris y un sombrero de ala ancha que ocultaba gran parte de sus facciones, el sitio a esas horas estaba casi desierto, se oían los gemidos lejanos de los humanos encerrados en las bodegas y algún que otro vampiro en busca de lo mismo que él: una dosis de elixir de la vida.

Se detuvo frente a un vampiro que vestía ropas sucias y raídas, un impuro seguramente, que discutía con otro sobre el precio de un muchachito amarrado con gruesas cadenas metálicas al muelle. Ignorando aquella discusión por una reducción del puesto examino al joven, no se veía demasiado bien, sucio y hediondo por los malos cuidados, pero lo importante era que fuera sano.

-Ofrezco el 10% más de lo que pides por él, no es necesario que lo prepares, lo llevare así-expresó sin vueltas. Sacó una chequera del bolsillo de su gabardina y escribió en ella el monto necesario extendiéndole después un cheque al vendedor.

El vendedor aceptó de inmediato la oferta de Aaron y este le entregó el dinero. Levanto al muchacho de las cadenas quitándolas de su soporte para entregárselo al vampiro quien las levanto para elevar al muchacho en el aire quedado sostenido de las muñeras por las esposas metálicas para poder examinar con mas detalle su cuerpo. Sonrió satisfecho con la compra y volvió a dejarlo en el suelo comenzando a andar hacia el sitio donde esta hospedándose obligando al muchacho a seguirlo por el puerto y luego las delgadas calles Alemanas. No dijo palabra en un buen rato, la noche era fría y el viento congelado helada el cuerpo del mortal mientras andaba por el pueblo costero hacia la habitación de hotel que el inmortal había rentado allí.

Subieron al ascensor hacia el tercer piso, era tarde por lo que el sitio estaba desierto y nadie miraría con sorpresa a la nueva adquisición del morocho. No había vuelto a dirigirle la mirada en todo el camino hasta allí, tampoco había dicho nada. Cuando entraron en la habitación lo empujo con cierta brusquedad haciéndolo caer en la cama. –Espero tu sangre sea de buena calidad, te alimentarás bien para que sea nutritiva para mi, cuidaras de tu cuerpo y seguirás todas y cada una de mis órdenes si no quieres que te quite lo único que te queda ahora: tu vida, que ni siquiera te pertenece sino que es parte de mis propiedades.

Sonrió arrogante y saco una llave de su bolsillo que el vendedor le había entregado con la que abrió sus cadenas dejándolo en libertad. Debía llevar a cabo el pacto de sangre para que quedara definitivamente atado a él y no tuviera ninguna clase de escapatoria, estarían unidos hasta que el muchachito muriera.

Sonrió con clara diversión cuando el insolente chico le hizo aquellas preguntas, tomó su rostro con bastante fuerza apretándolo un poco con sus dedos obligándole a que le viera fijo mientras contestaba. – Desde que pague por ti, desde ahora te convertirás en mi esclavo, y nada ni nadie podrá impedir que nuestra unión sea eterna, mi pequeño mortal. – lo soltó sin cuidado y tomó una de sus muñecas heridas por las cadenas, la examinó unos momentos y pasó sus dedos fríos por aquellas heridas en su carne. Estaba magullado y sucio, pero tenía la esperazas que una vez se diera un baño y se alimentara sería digno de su amo.

Regreso sus ojos amarillentos al mortal y luego a la muñeca que se le ofrecía, lista para sellar aquel pacto. Sin advertencia ni espera la acercó a sus labios y la mordió, sus brillantes caninos se hundieron en la carne blanda del joven de la que mano suficiente sangre para llenar la boca del vampiro. Succionó un poco para poder degustarla adecuadamente y luego le dio dos lametones para que la herida sanara sin dejar cicatriz, desapareciendo como si nunca hubiera existido. Luego se llevó la otra mano a la boca y mordió uno de sus dedos haciendo una minúscula herida en la yema del índice. Obligó al pequeño a meterlo en su boca para que el intercambio de sangre estuviera completo. Momentos después aquel símbolo familiar apareció en la parte interna de la muñeca derecha del castaño, símbolo de que tenía dueño.

Lo más probable es que el chico estuviera aterrado y no comprendiera nada de lo que allí ocurría, los humanos normalmente desconocían la existencia de los inmortales bebedores de sangre y Aaron desconsiderado como era no se molestó en darle explicación alguna de nada. El niño se veía aterrado, completamente alterado por lo que acababa de pasar. El vampiro esbozo una sonrisa ligeramente compasiva y lo tomó del mentón con algo mas de gentileza que las veces anteriores haciendo que lo mirara.- Ahora dime, ¿Cuál es tu nombre criatura?

Por mas que se propusiera ser amable con aquel jovencito aterrado escapaba a su naturaleza cosas como la piedad o la preocupación por otros fuera de su beneficio, aquel niño contaba con la ventaja de que lo necesitaba sano y salvo para que fuera su alimento día tras día, asegurado. Deslizó sus dedos por su mejilla deliciosamente tibia y notó que estaba temblando, tal vez por frío, pero más posiblemente por miedo. Cayó en la cuenta de que todo aquello debía ser bastante traumático para un joven como aquel, que de un día a otro pasa a ser la mascota del vampiro y decidió dejar pasar aquellas impertinencias que en otro momento hubiera castigado de forma dolorosa y severa. Lo perdonó sólo por consideración y se incorporó dándole algo de espacio para que pudiera calmarse.

-Bien Axel, ahora ve y date un buen baño, apestas a suciedad y sudor y no te quiero cerca así de maloliente, encontrarás ropas para ti en el cuarto de baño. Cuando termines te estaré esperando aquí para que tengamos una pequeña charla tu y yo. –hizo un gesto despreocupado y de allí en mas ignoro al humano, dedicándose a hablar por el teléfono celular que acababa de sacar del bolsillo de sus pantalones de cuero. Hablaba en un idioma que seguramente el joven no entendería: alemán. Parecía completamente metido en aquella conversación, como si él hubiera dejado de existir. Sus ordenes eran absolutas y no conocía la posibilidad de que fueran desobedecidas, sobretodo porque se trataba de algo bueno para el muchacho.

Cuando hubo colgado miró al jovencito que seguía allí sentado, parecía petrificado total ente aterrorizado e incapaz de hacer movimiento alguno. Enfadado por esta actitud tan torpe lo tomó del brazo y lo zamarreó un poco. Levantó más la voz a la hora de hablar, sonando duro pero sin gritar. -¿Acaso eres sordo? ¿Qué haces aún ahí sin hacer nada? Ve ahora mismo a acicalarte y no te demores en estar presentable para mí. –Le dio un ligero empujón en dirección hacia el baño y siguió con otra de sus largas conversaciones telefónicas.

Aaron lo esperaba tumbado en la cama, se había quitado la gabardina negra de cuero quedándose con sus pantalones negros y una camisa blanca ajustada al cuerpo. Se lo veía relajado, perdido en sus pensamientos como de costumbre cuando se encontraba sólo. Regresó la vista al humano cuando escucho su vocecita temerosa al dirigirse a él y le hizo una seña con la mano para que se aproximara. Una vez lo tuvo enfrente lo examinó detenidamente, recorriendo cada detalle de su cuerpo con total descaro, sin privarse de ninguna zona aunque no lo toco, tan sólo observó su nuevo juguete para ver sus defectos y virtudes. Suspiró largamente y tocó un mechón castaño de sus cabellos. –Tendremos mucho en que trabajar-comento. Estaba decidido a transformarlo a su gusto, y aunque costaría algo de trabajo tenía la impresión de que sería un buen esclavo. Soltó el cabello del jovencito y lo hizo levantar los brazos para palpar el resto de su cuerpo comprobando que sus músculos y huesos estuvieran sanos, no quería ningún defecto en su organismo, pareció conforme cuando comprobó que todo estaba perfectamente.

-Debes tener hambre, enseguida van a traerte algo para cenar y luego puedes dormir, mañana temprano partiremos a Londres. –Así era el vampiro, no se molestaba en darle explicaciones que creía demás, aunque seguramente el joven estaba lleno de dudas. Siquiera le había dicho su nombre algo poco considerado de su parte. –Al menos has dejado de temblar como una hoja, los cobardes y llorones no me agradan, así que espero te acostumbres rápidamente a tu nuevo estilo de vida, si me sirves correctamente aprenderás a verle el lado bueno.

No era malvado sin necesidad cuando sus esclavos se comportaban y obedecían al pie de la letra sus pedidos, pero era absolutamente intolerante ante errores o desobediencias. No tardaron en llevarle a la habitación una bandeja repleta de comida para que el mortal se alimentara y con el estomago lleno pudiera tomar un descanso o en caso de que eso quisiera hacerle alguna pregunta a su nuevo amo.

Lo observo comer mientras encendía u cigarrillo, una vez acabó le preguntó por su nombre, siquiera había notado que no se había presentado, de todas las preguntas que aquel mortal, podía llegar a hacerle luego de lo ocurrido aquella era una de las pocas que podían responder sin vueltas. –Aaron –se presentó simplemente calando el cigarrillo y exhalado el humo despacio saboreándolo. Miró como se había tumbado en la cama, seguramente satisfecho después de la comida caliente le daría sueño, era bueno que durmiera para que no lo fastidiara, al día siguiente debían despertar temprano para no perder el avión que salía a primera hora de regreso a su ciudad natal.

-Duérmete de una vez –le indicó casi en tono de orden mientras el disfrutaba su vicio pues no pensaba dormirse hasta que el humano no lo hiciera, por mas que aquel chico no pudiera hacerle daño pues el pacto de sangre se había llevado a cabo y un humano jamás puede herir a su amo no confiaba del todo en él y se mantenía alerta. Era demasiado desconfiado como para dormirse sin más con un mortal asustado junto a él. Le lanzó una almohada sin fueras, casi como un juego, dándole en medio del rostro y después se tumbo en la cama jugando con el cigarro encendido entre los dedos viendo el cielo raso.

No tenía hambre así que no sería generarle mas traumas al jovencito por ese día, ya bastante había sido para él como para que además se alimentara de su rica sangre, podía esperar hasta llegar a Londres y que se instalara. No quería estresarlo innecesariamente, sus planes era que se sintiera relativamente cómodo y a gusto para ahorrarse problemas innecesarios. Si se enfadaba y acababa matándolo tenía que regresar a Alemania a por uno nuevo, y la verdad de solo pensar en otro viaje a esa antigua ciudad le daba pereza.

Afortunadamente el chico se quedó dormido rápidamente, era un poco quejoso, peor se lo estaba tomando bastante bien, podía decirse que estaba satisfecho con su nueva mascota. Aún le quedaban muchas cosas por aprender, pero sería cuestión de tiempo para que se convirtiera en el esclavo perfecto. Cuando terminó el cigarro lo apagó en el marco de la ventana y la cerró para que el frío de la noche no congelara al mortal, ellos eran demasiado sensibles a los cambios de temperatura. Lo cubrió con una manta que había a los pies de la cama y luego se acostó también sin intenciones de dormirse aún, pero el sueño llegó antes de lo que invocara. Casi nunca soñaba, y esa noche no fue la excepción, un sueño reparador sin imágenes que perturbaran su mente en las horas de descanso. Cuando despertó miró hacia fuera y notó que aun no salía el sol, debían apurarse antes de que ese maldito se asomara y le quemara la piel con sus rayos calientes.

Se sentó en la cama y movió un poco a Axel para que despertara. –Vamos, tenemos que irnos de una vez, levántate o perderemos el vuelo. –Dicho esto el mismo se puso de pie y se puso los zapatos y su gabardina de cuero quedando enseguida listo para el viaje. Tomo la maleta con el escaso equipaje que había llevado y espero al muchacho junto a la puerta quien tardó un poco más en salir del estado del sueño y alistarse para irse. Una vez estuvo a su lado ambos bajaron por el ascensor, Aaron pagó en la recepción por el alquiler del cuarto y ambos abandonar el hotel tomando un taxi en a entrada en dirección al aeropuerto. Notaba algo inquieto al castaño y le resultó un poco extraño, pero no hizo comentario al respecto, no iba a tratarlo como a un niño consentido, si le pasaba algo que se lo dijera y punto.

Ambos anduvieron hasta las ventanillas donde podían comprarse los pasajes, el morocho ya los había reservado así que sólo tuvo que retirarlos ya todo estaba pago. El aeropuerto estaba lleno de gente que iba y venía, había bastante bullicio. Aaron miró la hora notando que aun faltaban 15 minutos para el abordaje así que se sentó en la confitería del lugar junto con el muchacho y se pidió un café. –Pídete algo si quieres –agregó al ver que el muchacho no decía nada de nada.

Suspiró y descansó la mejilla sobre su palma y aburrido miró a la gente ir y venir por los pasillos, humanos, que vida aburrida que llevaban, si tan sólo supieran que la misma muerte los observaba… Cuando la mesera le trajo su pedido le puso dos terrones de azúcar y le dio algunos sorbos. Miró a Axel y frunció levemente el ceño al notar algo. –Estás más pálido de lo normal, ¿te sientes mal? –su voz no sonaba precisamente preocupada, más bien molesta ante la impresión de que podía causarle problemas si se enfermaba. Aquello comenzaba ya a fastidiarlo, y no era nada agradable cuando se enojaba, lo miró fijamente interrogándolo con la mirada, esperando que fuera honesto respecto a sus sensaciones. Por si acaso agregó algo más-No mientas, puedo saber si lo haces –esto no era completamente cierto, era verdad que podía intuir por el modo de hablar o la expresión que ponía la otra persona si no estaba siendo del todo sincero, pero no era como si pudiera leer su mente o poseyera un detector de mentiras. Pero aquello seguro funcionaría para forzarlo a decir siempre la verdad ante él.

Bufó con cierto fastidio, que niño problemático, ¿Por qué se sentía mareado ahora? Se había alimentado bien, llevaba ropa abrigada… ¿Qué mas podía necesitar un humano? Eran tan débiles que resultaba molesto estar en su compañía. Bebió un poco de su café mientras observaba al otro beber su infusión caliente, era una completa molesta, pero de algún modo lo necesitaba ya había invertido su dinero en él, no tenía más opción que soportarlo.

-Deja de quejarte, no eres un niño –respondió un poco malhumorado ya por tanto drama, debía aprender a ser fuerte si iba a estar a su lado, o poco duraría en aquel nuevo estilo de vida. Necesitaba cambiar, volverse más resistente, mejorar. Estiró la mano y le removió los cabellos, en el primer gesto algo cariñoso que tenía hacia el mortal. –Y deja de mirarme con tanto pánico, mientras sigas mis rondes y no me des problemas no voy a lastimarte, ahora tomate el té y cálmate.

Dicho esto terminó su propio café y miró la cartelera donde indicaban los vuelos y luego el gran reloj en la pared, sólo les restaban 5 minutos antes de tener que ir a la pista y abordar, Axel aún se veía pálido pero no podían perder el vuelo por un malestar cómo ese. Aún era un niño después de todo.

[ESCENA TERMINADA]

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