Buscando un nuevo juguete [priv. Xeyn]

Aquel siempre había sido su sitio favorito para cazar, siempre encontraba alguna presa lo suficientemente desprevenida como para que aquella labor fuera muy simple. Era cómico ver como los humanos solían quedar cautivados gracias muchas veces sólo a su presencia. Aquella cualidad de los vampiros, la de seducir con inmensa facilidad a los humanos, le simplificaba mucho las cosas. Aunque todo dependía de su humor, a veces prefería asustar a las victimas, el sabor de la sangre se tornaba más metálico cuando estaba mezclado con adrenalina y miedo, mientras que en ocasiones preferí que entregaran su cuello en forma voluntaria como mansos corderitos y así si sangre conservaba aquella calidez y sabor dulce que también era de su agrado. El parque como de costumbre estaba casi desierto a esas horas, había un par de parejas por allí pero nada demasiado tentador, no estaba teniendo suerte esa noche, llegó a su aroma un rico olor a sangre fresca y pudo divisar a su portador no muy lejos de allí, un muchachito adolescente que estaba cruzando en lugar por uno de los caminos internos del parque. Sonrió y se humedeció los labios ante aquella visión, aquella sería su victima esa noche. Ese día no tenía ningún apuro, su apetito no era tan acuciante como para simplemente abalanzarse sobre él y matarlo, no, quería jugar un rato con su victima, aterrorizarla lo suficiente hasta que temblara debajo de su cuerpo, y quien sabe, tal vez jugar un poco con él, hacia tiempo que no se tomaba un rato libre para salir a divertirse con mortales desconocidos y tan apetitosos como aquel.

Se acercó sin más y de un instante a otro se puso frente a él, cortándole el paso por lo que lo obligó a detenerse, la cara de desconcierto del otro le hizo algo de gracia, los humanos tenían aquella inocencia que hacían que le dieran ganas de partirles el cuello. Le sonrió, con aquella sonrisa tan propia de él, seductora e irresistible, cuando se lo proponía podía ser realmente seductor, pero rara vez le divertía molestarse en atrapar a los humanos en sus redes, pero aquella noche quería jugar.

-¿Qué hace un joven como tu a estas horas en un sitio como este? ¿Acaso no sabes que es muy peligroso? –su voz era suave, como un suave ronroneo, ronca y atrapante. Era difícil oponer resistencia a una voz como aquella, e incluso prestar atención a sus palabras. Posó su mano sobre la mejilla tibia del mortal y apartó uno de sus cabellos rojizos de ella con suma naturalidad, para enseguida cortar el contacto. –Hace bastante frío, ¿te parece beber algo? –lo invitó luego metiendo una de sus manos en el bolsillo de la chaqueta, como si se tratara de una habitación casual que un desconocido le hace a otro. En apariencia aún no había peligro, irían a un sitio lleno de gente, ¿Qué podía pasarle? El mortal no tenía idea de en lo que se metía.

Paseaba por el parque, tranquilo... intentando olvidar el suceso de hacía un año... Era de noche, tenía sueño... pero temía dormir por miedo a las pesadillas que pudiesen asaltarle al cerrar los ojos. La suave brisa que se colaba por las hojas de los árboles, le traía el aroma de la naturaleza y contribuía a relajarlo un poco. Pero en el fondo sabía que esos recuerdos seguían ahí, grabados a fuego en su alma y que no se irían por mucho empeño que pusiese en ello. Se arregló un poco el pelo, algo revuelto por el airecillo que andaba, y siguió caminando con la intención de distraerse... de pensar en algo que no fuese en su duro pasado.
Cruzaba por un camino cuando un desconocido se le acercó. Casi por inercia se puso alerta, porque... ¿quién iba a acercársele tanto sin conocerlo tan siquiera? Lo miró algo dudoso y desconfiado, preparado para salir corriendo si la situación se ponía fea... pero entonces él le habló... y algo en esa voz hizo que no pudiese negarse a seguir escuchándola y a acceder a su petición, respondiendo también a las preguntas que le había formulado.
-Bueno... sólo daba una vuelta, algo muy normal-dijo encogiéndose de hombros con sencilleza-. Y bueno... Si invitas tú quizás acceda a tomar algo contigo.

Conforme con aquella respuesta le hizo un gesto al muchacho indicándole que lo siguiera, no era tan tarde, aún quedaban varios bares abiertos sobre la avenida. Caminaron unos minutos en silencio, disfrutando e la paz de la noche, solo se escuchaba el murmullo de algunas conversaciones de las parejas que estaban acurrucadas en diferentes rincones del parque y el susurro del viento al rozar las hojas de los frondosos árboles del lugar. Era bastante tranquilo, una noche despejada, no demasiado fría, agradable para los mortales, al vampiro el clima le daba igual pues no podía enfermarse ni sentir frío o calor, al menos no la mayor parte del tiempo… No tardaron en llegar al sitio que buscaba, un antro con luces bajas y poca gente, conocía a los dueños pues iba con regularidad a beber algo yací, al entrar saludó con un gesto al hombre de la barra quien le devolvió el saludo, era un cliente de aquel sitio así que no llamaba para nada la atención que apareciera con un muchacho, era algo común en él.

-Lo de siempre –le pidió a la mesara que parecía cautivada con sólo verlo, aunque el la ignoró pro completo, esa chica varías veces había intentado seducirlo, pero la verdad no tenia interés en ella, era una estúpida ramera que apenas si podía pensar. Las mujeres como aquella le repugnaban, siquiera le dirigió la mirada y se concentró en el muchacho de cabellos largos que estaba ahora sentado justo frente a él. La muchacha suspiró con cierta resignación y también depositó sus ojos almendrados en el chico.

-¿Tu que vas a pedir? –le preguntó aguardo por la orden dándole ligeras miradas coquetas al vampiro que hacia como si no existiera, lo cual la frustraba bastante, pero no se rendía. El morocho descanso la mejilla contra la palma de su mano aguardando con cierta impaciencia por su trago. Una vez que el chico hizo su pedido a la mujer se retiró dejándolos a solas. El inmortal se tomó la libertad de analizar el rostro del muchacho, le pareció atractivo sus rasgos eran bonitos pero masculinos, justo como le gustaban, su cabello además llamaba mucho la atención. –Dime, ¿Cuál es tu nombre? –le preguntó con tranquilidad y naturalidad.

El hombre y él empezaron a andar para salir del parque. La noche seguía tranquila y sosegada... Xeyn sabía que era una locura seguir a un completo desconocido hacia un lugar que no conocía... pero todo el mundo hacía locuras, y aunque a algunas personas les saliesen caras esperaba no tener tan mala suerte. Además había algo en su acompañante que lo atraía inmensamente... quizás sus ojos, su voz tranquila o su aspecto varonil... Era algo que no sabía explicar, una especie de misterioso sex appeal.
Salieron del parque y entraron al local, donde la camarera los atendió. Él se quedó callado hasta que le preguntó qué iba a tomar, y pidió un whisky, algo ya muy típico de él. Después se quedó esperando con el otro en la mesa... y escuchó sus preguntas. De nuevo respondió casi sin darse cuenta, como si esa voz controlase su cerebro.
-Xeyn Nolland-dijo simplemente, mirando hacia otro lado. La presencia de ese hombre le atraía e intimidaba al mismo tiempo... quizás fuese el morbo de saber que estaba con un desconocido bebiendo.

Su otra mano descansaba sobre la mesa de madera, tamborileando con los dedos sobre ella distraídamente mientras el otro respondía, le dedicó otra de aquellas coquetas sonrisas y asintió al saber su nombre, era un nombre bastante fuera de lo común, no recordaba haberlo escuchado antes, extraño en un simple humano. La mesera regresó pronto dejando los dos tragos, un whisky para el humano y una cerveza negra para el vampiro. El le agradeció con un gesto distraído y bebió un sorbo sin apuro, el alcohol nunca el hacía, nada, pero era diferente si estaba concentrado en la sangre de un mortal, al llegar directo a sus canales sanguíneos cuando bebía era mucho mas fuerte y concentrado, no solía alimentarse de humanos ebrios, tendría que esperar a que los efectos de ese vasos de whisky pasaran para saborear la sangre de esa delicia que tenía en frente.

-Para beber whisky debes tener bastante resistencia –comentó sin que su sonrisa seductora desapareciera de su rostro, manteniendo siempre el contacto visual con el pelirrojo, era aquella la forma en que lo mantenía conectado en él y la conversación trivial que mantenían- Soy Aaron, un placer. –se presentó luego pues no le gustaba mantener una conversación con alguien que ignoraba su identidad, y además le parecía una falta de respeto no hacerlo. Aquel muchachito se veía apetecible, mucho en realidad, pero no podía simplemente abalanzarse sobre él como el depredador que era, tenía que respetar aquellos convenios sociales antes de acercarse demasiado.

Disimuladamente estiro su mano para tocar los dedos del menor que descansaba sobre la mesa, rozándolos apenas en una suave y juguetona caricia, sintiendo su piel tibia perfectamente irrigada por la sangre. -¿Vives por aquí cerca? No te había visto antes, créeme lo recordaría

La camarera les trajo las bebidas, y se intentó relajar poco a poco... aunque para ser él estaba demasiado tranquilo con ese hombre. Acarició el vaso de whisky con la yema de los dedos, notando su frialdad y concentrándose en intentar apartar la mirada de aquel a quien tenía delante, cuya presencia magnética seguía teniéndolo bajo control... Era una sensación que le resultaba extrañamente familiar, pero en ese momento se sentía aturdido, y no lograba ubicarla en sus recuerdos...
Escuchó sus preguntas, y bebió un trago de whisky antes de responder, como si con ello quisiese dar más enfasis a las palabras que iba a pronunciar a continuación... y no era precisamente por presumir.
-Bueno, digamos que aguanto el alcohol bastante bien... Es todo a base de práctica-se encogió de hombros y esbozó una media sonrisa, sin dejar de mirar al otro-. Un placer Aaron, lo cierto es que no vivo por aquí cerca... mi piso está a las afueras de la ciudad... además pasé un tiempo desaparecido así que dudo que muchas personas aquí me conozcan siquiera de haberme visto...-susurró recordando el tiempo que había pasado encerrado a cal y canto en la mansión de su antiguo amo vampiro... sirviéndolo por la noche en la cama y de alimento... y durante el día encadenado a esa pared como si fuese un vulgar animal. Casi sin darse cuenta la sangre le hirvió al revivir esos momentos, y apretó con tanta fuerza el vaso que los nudillos se le pusieron ligeramente blancos. Entonces notó la caricia de Aaron en su mano, y aunque se sobresaltó un poco esbozó una media sonrisa divertida.

Le sorprendió un tanto ese comentario sobre el alcohol, pues era algo joven para estar tan acostumbrado a la bebida, bueno, tal vez él era un poco anticuado, los jóvenes de aquella época se iniciaban en la cultura alcohólica mucho antes que cuando él había nacido… se sintió algo viejo ante ese pensamiento y sonrió divertido de sus propias ideas. Si era buen bebedor, que bebiera, le daba exactamente igual, aunque por desgracia tendría que esperar un poco a que su organismo se ocupara de eliminar las grandes medidas de alcohol que contenía esa bebida, no era lo mismo beberla que inyectarla directo en el torrente sanguíneo por mas resistencia que se tuviese. Lo mira de algún modo para mantenerlo capturo por aquel “hechizo” que los vampiros eran capaces de utilizar para seducir a sus victimas, pero además, porque sus ojos eran de un bonito y llamativo color esmeralda que no se cansaba de observar. Además, como todo predador, siempre veía directamente a los ojos, tal vez como una estrategia inconciente para intimidar y mostrar poder, aunque en esa oportunidad su mirada no estaba afiliada y fría, se encontraba tranquilo y relajado.

Tomó un sobro de su cerveza antes de hacer un comentario en respuesta a los del otro.-¿Desaparecido? Eso no suena muy bien, ¿un viaje al extranjero? –Una persona podía desaparecer por muchas razones, y no todas debían ser necesariamente malas, pero por su tono y la palabra que utilizó sintió un poco de curiosidad y por eso le preguntó aquello. Además había algo en su expresión que lo delataba, algo en su mirada se había ensombrecido y por un momento pareció hacer un viaje al pasado recordando algo que evidentemente no era un recuerdo demasiado feliz.

Su piel era de por sí muy fría, pero el contacto con la mano tibia del otro hacía notar más aquella diferencia, pero claro que siempre podía atribuírsele a la fría estación que estaba atravesando, en verano suponía un problema, pero en invierno era mas sencillo disimular su falta de calor corporal. Simplemente descansó su mano allí sobre la suya, moviendo los dedos cada tanto para dar suaves toques a los suyos, de modo bastante casual mientras de tanto en tanto bebía otro trago. -¿Y a que te dedicas? Porque de algo hay que ganarse la vida ¿no? –le dedicó otra suave y encantadora sonrisa, era una conversación trivial, típica entre dos desconocidos.

Esos ojos... sentía como si lo atrayesen cada vez más, y lo hacían sentirse aún peor... Como si fuese una estúpida adolescente con las hormonas demasiado desatadas. Trató de apartar la mirada de ellos, pero le resultaba demasiado imposible. Tragó saliva algo nervioso por esa situación... y más aún al escuchar su pregunta acerca de su "desaparición". NO le gustaba demasiado hablar de lo ocurrido... y además los humanos no debían saber de la existencia de los vampiros... ¿Qué excusa podía ponerle sin que fuese una mentira descarada?

-Bueno...-volvió a tragar saliva, intentando quitarse el nudo de la garganta, que sentía como si fuese una pelota de tenis que se hubiese tragado-. Digamos que una persona importante vino a buscarme para llevarme con él... a su casa. No hay mucho que contar... -se encogió de hombros, aunque sabía que su cara estaba roja como un tomate... siempre le pasaba cuando mentía-. Y respecto a mi trabajo... Bueno, ahora trabajo por las mañanas de camarero en un pequeño bar... antes estudiaba pero después de ese viaje lo dejé...
Dio un trago a su bebida. De nuevo tenía la sensación de querer desahogarse con alguien, contar a alguna persona lo que le había sucedido... sus meses de esclavitud... Pero ese hombre lo tomaría por un loco de atar y quizás lo mandase a un manicomio. Después de todo... ¿quien iba a creer la historia de que los míticos vampiros pululaban por la ciudad a sus anchas? Nadie, evidentemente.

-¿Sueles... invitar a muchos desconocidos a tomar algo sin saber siquiera algo de sus vidas?-trató de esbozar una sonrisa confiada... que para nada se vio como tal, sino como la sonrisa forzada que realmente era-. No es lo que hace una persona normal y corriente en estos casos...

Aquella explicación sobre su desaparición sonó verdaderamente extraña, no parecía muy convencido de lo que decía y aunque no tenía la capacidad de “leer su mente” para cerciorarse, tenía la sospecha de que estaba mintiéndole descaradamente, pero bueno, sus motivos tendría y no lo cuestionaría. A pesar de todo, notaba la dificultad del pelirrojo al hablar del hecho, lo que lo llevó a sospechar algo de verdad en sus palabras, pero ¿Qué clase de secuestro era aquel? No tenía mucho sentido, las personas no desaparecían así porque si, sin que nadie las buscara o hiciera algo al respecto, por eso cuando ellos buscaba un nuevo esclavo de sangre se preocupaban de que este no tuviera familia que pudiera reclamarlo, serían problemas innecesarios. Tampoco es que importara demasiado, había preguntado más por curiosidad que otra cosa. Al notar aquel cambio de temperatura rió algo divertido, le agradaba esa característica de los humanos, como gracias a la temperatura de su cuerpo su piel variaba las tonalidades. En general aquello se debía a la vergüenza, ¿sería eso?

-¿Qué estudiabas antes? –pregunto con algo de sincero interés, no estaba muy actualizado respecto a ciertos ámbitos de la época, se podía decir que en muchos temas se había quedado en el pasado, y siempre le agradaba enterarse de las novedades por boca los mortales. Terminó lo que quedaba de cerveza de un trago largo y se relamió sin quietarle los ojos de encima, podía ver como su pecho subía y bajaba suavemente con cada respiración y si ponía tención su pequeño corazón latir en su tórax, aquel sonido cadencioso y rítmico le abría el apetito.

La verdad para quien no lo conocía parecía alguien digno de confianza, al menos hasta el momento no había mostrado ninguna actitud sospechosa ni nada por el estilo, años de practica, sabía perfectamente como infiltrarse en el mundo de los humanos sin que estos se dieran cuenta de quien era en realidad. Su pregunta le tomó algo por sorpresa, parecía como si nunca lo hubiera pensado, es que antes ningún humano le había hecho aquella pregunta, parecía ser un niño que pensaba bastante las cosas, no de aquellos que simplemente se dejaban llevar y le resultaban tan aburridos. Como de costumbre no se detuvo a pensar en la mejor respuesta sino simplemente en la verdadera.

-A veces, me agrada conversar con desconocidos, creo que puedo aprender muchas cosas… ¿Tu crees que es algo malo?

Tal vez a un mortal aquello podía parecerle demasiado entupido o arriesgado, pero ¿a que iba a temerle el? Notó su sonrisa forzada y no hizo más que lanzar una sincera carcajada. -Ya ya, no tienes que fingir conmigo, esta bien –se lo notaba tan natural y relajado como si se conocieran hace tiempo aunque fueran auténticos desconocidos. –Creo que no soy muy normal después de todo. –no pareció tomárselo como un insulto, sólo como una característica mas de su ser, un rasgo de su personalidad.

Se puso de nuevo algo tenso y nervioso al escucharle. Su voz era tan electrizante como sus ojos... y sentía que no podía resistirse a ella. Notaba su mirada clavada en él, y se preguntaba si se habría dado cuenta de la mentira o de lo angustiado que estaba en esos momentos, incómodo por los recuerdos del pasado y por encontrarse tan a gusto con un completo desconocido. Las manos empezaron a sudarle y a temblar levemente, y él rezaba por que el otro no lo percibiese, teniendo su mano encima de la suya.

-Lo cierto... es que estudiaba para ser fisioterapeuta o masajista...-se encoge de hombros, como restándole importancia a eso... aunque la verdad era que echaba de menos su vida de estudiante normal que no conocía la existencia de seres tan fantasiosos como los vampiros-. Y bueno... no finjo, simplemente intento tener mi dosis de amabilidad con alguien hoy, ya que no suelo ser muy agradable de tratar.

No pensó que para hacer masajes hubiera que estudiar en la universidad, pero de ser así seguramente eran realmente buenos en su trabajo, aquello lo dejó algo sorprendido, a él quien disfrutaba de los tratos en su cuerpo, una sesión de masajes le resultaría muy agradable. Además se caracterizaba por ser bastante curioso, le agradaba probar cosas nuevas, y aquello había despertado una vez mas su curiosidad. –Suena interesante, en verdad, ¿crees que podría tomar una sesión contigo? –se sentía bastante ansioso porque su respuesta fuera afirmativa. Las manos de aquel chico eran suaves y tibias, seguro se sentirían muy bien en torno a sus músculos doloridos por el paso del tiempo y las batallas, podía ser algo realmente bueno.

-Y no tienes que intentar ser agradable, sólo ser tu mismo, no me agradan las personas que se esfuerzan por agradar a otros, me parece algo un poco entupido –fue sincero, aunque algo cruel y directo con aquel comentario, pero nunca medía sus palabras ni se preocupaba por las consecuencias de las mismas, simplemente soltó lo que pensaba sin más.

Se notaba que el chico estaba bastante estresado y nervioso, y el que había intentado sonar algo amable y normal…tal vez como cualquier presa lo invadía la adrenalina cuando el mas peligroso de los depredadores estaba cerca, acechándolo. No intentaría calmarlo, ni decir cosas entupidas, no era su manera de ser, discretamente apartó su mano de la suya para buscar su paquete de cigarrillos en el bolsillo de la chaqueta, encendió uno poniéndolo en los labios y le ofreció al muchacho. -¿Fumas?

Se quedó durante unos segundos en una especie de estado de shock. Nunca había sido de los muchachos que tenían fantasías eróticas con algún actor, o de los que se fijaban en el trasero de algún tío bueno por la calle... Y se quedó aturdido al descubrirse a sí mismo imaginando acariciar el cuerpo de él... seguramente grande, musculoso... de piel tensa y tersa... Se mordió el labio inferior, intentando devolverse a la realidad.

-Bueno... supongo que no hay ningún inconveniente en que te dé algún que otro masaje... ¿Eres una persona que se somete a mucho estrés o simplemente buscas probar una nueva experiencia?-lo mira fijamente, no podía dejar de hacerlo-. Y respecto a lo de ser amable... algunos idiotas lo hacen por intentar agradar a los demás, yo lo hago simplemente porque me aburre la monotonía, y estar todo el día de mala leche es algo... exasperante-mira la cajetilla de cigarros de él-. Y sí, fumo bastante.

Pensó en aquella pregunta unos instantes y se encogió de hombros ¿acaso importaba la razón? Era un servicio por el que pensaba pagarle al muchacho, después de todo era su trabajo, y lo lógico era que pagara por aquel servicio. Al parecer el otro se sentía curioso ante la razón así que algo debía responder. –Un poco de las dos, tengo algo de dolor muscular y además nunca me han hecho masajes antes, imagino que debe ser algo agradable ¿no? Me gustaría probar, en realidad, me divierte bastante experimentar cosas nuevas.

Llamó a la mesera con un gesto de la mano, pidiéndole la cuenta, la mujer no tardó en acercarse a la mesa y se la extendió, el vampiro saco de su bolsillo el dinero y se lo entregó dejando que se quedar con una buena propina, el dinero era algo que sinceramente le sobraba y le daba poca importancia. Regresó luego sus ojos vivaces y posesivos hacia el pelirrojo y se puse de pie, colocándose nuevamente la chaqueta. -¿Puedes hacerlo hoy mismo? –cuestionó con tranquilada absoluta, si aceptaba sería mejor, sino tendría que esperar otro día, pero la verdad sentía deseos de sentir sus manos tibias recorrer su cuerpo dolorido esa misma noche.

-Vivo a unas pocas calles de así, ¿te parece bien si vamos a mi casa? ¿no tomará mucho tiempo no? –era tan relajado y natural que era difícil negarse a sus pedidos, hacia sonar todo como si fuera totalmente lógico y natural, sin darle mucha oportunidad de negarse. Aquel tono seductor en su voz lograba torcer la voluntad de los mortales con gran facilidad, se lo propusiera o no.

Se bebió el último trago de su bebida escuchándole, esa voz grave pero relajante... No le quitaba la mirada de encima y cuando le respondió esbozó una media sonrisa divertida. Al principio dudó si aceptar su propuesta o no. Ya había salido bastante mal parado la última vez que accedió irse con un extraño una noche... pero le resultó imposible negarse a lo que él le pedía.

-No tengo nada que hacer esta noche, así que supongo que sí que puedo hacerte la sesión hoy mismo-le respondió-. No, no costará mucho tiempo... apenas una hora si es que llega. Así que tampoco te quitaré mucho tiempo a ti.

Se levantó también y se colocó la chaqueta, sólo entonces apartó la mirada de él para recolocarse la ropa y el pelo por encima de esta.

Se lo vio conforme ante su respuesta, arregló bien su ropa y le dedico un saludo vago al dueño del bar antes de encaminarse hacia la salida. Aquella noche se estaba volviendo verdaderamente interesante, aquel humano era tan inocente y descuidado como todos, era tan simple hacerlos caer en su trampa,…No es que fuera mentira, si deseaba aquellos masajes, sentía curiosidad de que podían hacerle sentir las manos del muchacho, pero aquella no era en realidad la única razón por la que lo invitaba a su hogar. Seguramente el muchachito se sorprendería un poco al ver donde vivía después de todo su aspecto no dejaba ver cuanto dinero tenía en realidad, no le gustaba ser demasiado elegante en el modo de vestir, solía usar ropa simple y a la moda.

-La noche es muy larga, y tampoco tengo planes el día de hoy –agregó indicándole la entrada esperando que saliera primero para después hacer lo mismo, comenzando a andar para mostrarle el camino hasta su casa, quedaba a unas escasas cuadras, así que tardarían poco en llegar, de todos modos era una noche agradable, así que su paso no fue apresurado, además era importante mantener esa fachada de normalidad todo el tiempo que fuera posible. Todo el camino transcurrió en silencio, pero no era una situación tensa o incómoda, simplemente no tenían nada que decir.

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