Patrullando (Nikolai)

Ese día me tocaba vigilar Roma, y qué mejor sitio que esa Plaza que ya era emblemática. Además, me gustaba ese lugar... con la gente yendo y viniendo de un lado a otro, y pocos vampiros a los que echarle el guante. Era todo demasiado perfecto para un cazador como yo, que necesitaba que los vampiros a los que cazase fuesen de uno en uno y no en multitudes. Hacía algo de viento, pero en general era una buena noche para salir a pasear un rato.

El cielo estaba despejado, y se podían ver todas las estrellas, reluciendo contra ese manto azul oscuro. Me senté en uno de los bancos para observar mejor el panorama. Estaba acostumbrado a fijarme en cualquier detalle, por pequeño que fuese, y por eso me daba cuenta de cosas pequeñas que seguramente otra persona no percibiría. Como por ejemplo la zancadilla que intentaba ponerle un niño a su hermano pequeño, o la expresión nerviosa de ese marido que seguramente habría engañado a su mujer con otra...

Me saqué un cigarrillo y me lo encendí. Era lo que faltaba para que ese momento fuese perfecto.

De su boca salió una vaharada de humo procedente de una colilla que pisó con la puntera de la bota. Aquella noche había cambiado sus normalmente siempre impecables y elegantes trajes por la más informal forma de vestir. Aunque los colores siempre tendrían preferencia por el negro, apreciable en sus pantalones un poco mas abajo de la cintura y la camisa de seda con el único detalle de color de los botones en color rojo vino. A su cuello colgaba una cruz de plata

El delicioso calor del verano italiano. Cuando los hombres incluso adultos vestían con la sencillez más propia de los jóvenes. Nada desentonaba en el conjunto, parecido a los que vestían las escasas personas que transitaban la plaza en las primeras horas de la noche.

Esquivó las pocas parejas que regresaban a casa e iba a cruzar la plaza para marcharse cuando le recorrió un escalofrio la espalda y miró con sospecha a su alrededor. ¿Serían imaginaciones suyas?...pero estaba seguro de que alguien vigilaba a quienes paseaban por la plaza y ese alguien llevaba el olor de muerte

Caminó lo más despreocupado posible. No olía aroma de lobos en la zona, por lo que la procedencia tenía que ser humana. Examinó a ambas direcciones, su izquierda y su derecha. No creía que se atreviera a atacar cuando aún quedaba alguna persona por los alrededores

A los pocos minutos de estar sentado en el banco, una extraña sensación le recorrió todo el cuerpo, como si estuviese en peligro. Era la misma sensación que tenía cuando un vampiro andaba cerca, así que se llevó la mano a la pistola que escondía bajo la gabardina, y miró a su alrededor en busca del origen de ese mal augurio.

Al principio sólo divisaba gente normal en su vaivén habitual, pero de repente vio a un hombre que resaltaba ante el resto. No precisamente porque llevase un rótulo luminoso sobre su cabeza que dijese "Soy un vampiro", pero era demasiado apuesto... incluso entre los bellos jovencitos italianos que pululaban por el lugar. Demasiado elegante, demasiado altivo y demasiado... letal. Un aura de misterio lo rodeaba... Así que tenía que ser un vampiro por narices. Lo observó fijamente. No podía atacarle mientras las personas siguiesen circulando por la plaza... pero sí podía retarle, y demostrarle que sabía lo que era y que iba a por él.

Su pie se congeló a medio paso y lo depositó en el suelo sin avanzar, deteniéndose por completo. Giró sobre sus talones, buscando la mirada que sentía sobre él y su escudriñamiento de cada rostro finalizó en uno. Entrecerró sus ojos cercado el iris por una aureola carmesí y apartó los labios, en una cruel sonrisa

Desde allí no podría verle los colmillos, pero era un gesto para que supiera que lo había localizado también e igualmente iba a atacar. Se fue deslizando hacia uno de los laterales de la plaza, mientras la gente iba dispersándose. Minutos después se había quedado vacía. Los comercios estaban cerrados, las familias volvían a casa y aunque la noche era fresca, las parejas parecían más ansiosas de recojerse a la intimidad de sus hogares que permanecer en el exterior

Sus dedos se abrieron y cerraron, crepitando de calor y apenas se quedaron solos su figura se movió velozmente pero manteniendo la distancia. No era estúpido para dejar a un cazador la ventaja del primer ataque pero tampoco lo era para acercarse sin saber a que clase de cazador se enfrentaba. No confiaba en lo que tuviera guardado en los bolsillo, a diferencia de las armas puramente humanas, aquellas estaban hechas especialmente para herirlos

Poco a poco vio cómo el lugar se iba vaciando. Ya había visto la sonrisa del vampiro, confirmándole sus sospechas de que realmente era un chupasangres. Sólo había sido cuestión de tiempo que quedasen cara a cara. Los segundos antes de que él se moviese le resultaron eternos... para él, eran los peores momentos de toda caza, con la inseguridad de no saber que planeaba el contrario.

Finalmente lo vio moverse a gran velocidad... más que verlo sentirlo, porque debido a su rapidez apenas alcanzaba a vislumbrar la sombra de su figura. Fue todo lo rápido que pudo y saltó ágilmente hacia un lado para intentar esquivarlo. Al mismo tiempo sacó de su bolsillo su Deathsilver, el nombre que le había dado a su pistola especial. Estaba cargada con balas de plata, que al contacto con la sangre de un vampiro se abrían en el cuerpo de este y liberaban el agua bendita que contenían en su interior.

Lanzó un disparo, esperando acertar a pesar de que era complicado por la velocidad que podía alcanzar ese ser.

Un paso en el último momento y la bala pasó silbando a su lado pero no antes de que atravesara una de las mangas de su ropa, arañándole la piel. La plata no podía perjudicarle como a los licántropos, pero la herida lo hizo enfurecer

Se detuvo en seco, un guante de cuero en una de sus manos y sus dedos crispados se cerraron en torno al mango incendiario de una larga tira llameante que crepitaba y despedía chispas. Era un suicidio (por extraño que sonara en una criatura que no estaba realmente viva) acercarse y permitirle dispararle a bocajarro. Aunque el material duro del guante le protegería no lo haría eternamente y sus manos acabarían en carne llagada si no realizaba un trabajo rápido

El arma siseó al deslizarse por el suelo cuando movió el brazo, reventando varias piedras un par de metros a la derecha del cazador. Necesitaba distraerlo para que se descuidara antes de lanzar un ataque directo

Se lanzó a un lado, esta vez distinto del anterior, para esquivar una vez más el ataque del vampiro con ese arma suya. Cada vez le sorprendían más las habilidades que podían llegar a desarrollar algunos chupasangres... Por eso su trabajo se complicaba cada día más. Los vampiros, al igual que los cazadores, iban mejorando su técnica con el paso del tiempo, y aprendían a esquivar algunas de sus tácticas y a atacar con nuevas armas.

Pero él no se iba a mostrar indefenso con uno. Precisamente él había tenido un entrenamiento mucho más duro que el de cualquier otro cazador por padecer su hemofilia... Había sido educado para actuar con precaución y rapidez, pudiendo ser incluso una máquina letal.

Una vez hubo esquivado ese embite, siguió apuntando al vampiro con su pistola e introdujo una mano en su cazadora para sacar una especie de granada... Se la lanzó y aún en el aire, la bola se abrió liberando una especie de red metálica impregnada en el mismo líquido que contenían las balas de su arma.

Levantó el látigo flamígero justo a tiempo y cortó en dos la red que se aproximaba hacia el, presto a capturarle como a un animal salvaje. El calor del fuego derritiendo por el mismo centro las celdillas que componían el entramado metálico

El agua bendita salpicó y gotas cayeron sobre su piel. Le hicieron sisear y bajar la mirada para examinar las pequeñas quemaduras que habían causado en su brazo y sintiendo alguna de ellas en su rostro. Unos enfurecidos iris completamente rojos se fijaron en el humano y de repente sonrió

Podría desvanecerse, no mostrarse orgulloso y emplear todas sus técnicas puesto que estaba peleando contra un cazador que conocía sus debilidades y era sensato explotar sus ventajas. Pero lo reservaría por el momento

A una velocidad inhumana su mano se movió y su arma silbó en el aire. Ya no golpeó el suelo si no que la punta azotó una de las prendas del humano. Si no se desprendía de ella terminaría achicharrado

Ese último ataque lo tomó por sorpresa, y no pudo apartarse a tiempo de esquivarlo. La llameante arma rozó su gabardina, haciéndole un corte y prendiéndola en llamas. Muy a su pesar se la tuvo que quitar rápidamente, aunque sabía que en ella aún llevaba armas que le serían de gran utilidad... y que una vez se la quitaba muchas de las que llevaba en el cinturón quedarían al descubierto... Pero se sentía seguro de sí mismo, sabiendo que en peores circunstancias se había encontrado en muchas otras ocasiones.

Esbozó una sonrisa maliciosa, y lo miró como si la situación le divirtiese. Nada más lejos de la realidad. Para él, cazar a un vampiro era una cosa seria: se trataba de salvar la vida de muchos humanos que podrían caer en sus garras...

-No está mal para ser un maldito chupasangres-comentó.

"Has podido alcanzarme a esta distancia, asi que puedo decir lo mismo de ti, humano..."

Un tirón de su arma y ésta se replegó hacia atrás, arrojando pequeñas chispas donde el roce de la tela había alimentado el fuego. Recorrió de un vistazo el cuerpo mortal, concentrándose en su cintura y en las reservas de armamento. Cuando la gabardina se hubiera consumido totalmente por las llamas, las armas que guardara deberian haber quedado inservibles

"Pero como comprenderás no puedo perdonar tu vida. Es la primera vez en años que me encuentro con un cazador cara a cara. Si no acabo contigo puede que vuelva a encontrarte y acabes tú conmigo. Aunque seas humano no puedo ser compasivo..."

Frunció la boca y sus labios al contraerse emitieron un suave silbido, pero no era una llamada humana ni tampoco una que tuviera significado para otros vampiros. Sus oidos de fino alcance podían ya notar acercándose los silenciosos pasos de decenas de patitas diminutas

-Bueno, yo tampoco soy de los que dejen escapar un vampiro así por las buenas... por muy buen rival que seas. Si te dejase ir, tu matarías a más personas para seguir con tu patética vida de no-muerto, y eso es algo que los de mi estirpe no podemos permitir-sonrió encogiéndose de hombros, como si fuese lo más normal del mundo.

Miró el arma del vampiro, tendría que tener cuidado y acercársele por sorpresa... o ese combate se alargaría más de lo que él deseaba. Ése látigo le ponía las cosas un poco más difíciles de lo normal, puesto que con él el chupasangres podía alcanzarlo tanto a distancia como de cerca... y por ello tendría que tener más precaución que nunca. Una herida o una quemadura para él podían ser mortarles por su enfermedad.

Le siguió sonriendo y entonces, cuando se ponía en posición de atacar, sintió que algo se acercaba... algo que no podía ser nada bueno, y que seguramente habría sido convocado por el vampiro.

"No mato a mis presas...soy selectivo, no ataco a los niños ni a los ancianos...aunque no creo que eso haga una diferencia para ti o siquiera me creas..."

Se había relajado pero muy levemente. Su mirada bajó al suelo cuando este se fue cubriendo de pequeñas formas móviles. Decenas de ratas de un color negro brillante correteaban por entre las piedras, lanzando agudos chillidos, colándose entre las piernas del humano mientras se empujaban unas a otras en su frenética carrera. Al llegar frente al vampiro se dividían en dos grupos, pasando a su lado sin tan solo tocarle

Fue él quien se agachó, sin perder de vista al cazador y acarició la cabecita peluda de uno de los pequeños roedores que se había detenido antes de proseguir su camino

"Podría ordenarles que te mordieran ¿sabes?..."

Observé el montón de ratas que pasaban a mi alrededor como si de un tsunami animal se tratase. Esa seguramente sería la pesadilla que cualquier cocinero tendría por las noches: un montón de roedores en su maravillosa cocina. Para él sólo eran animales que le daban bastante asco a decir verdad... hasta que el vampiro hizo ese último comentario tan sutil. Unos cuantos mordiscos de esos y casi podía darse por perdido... No sólo perdería sangre, sino que también estaría expuesto a las infecciones que esos animales podían contagiarle.

-¿Y por qué no se lo has ordenado ya? ¿O eres de esos vampiros que disfrutan jugando con sus presas?-comentó intentando ocultar su nerviosismo. No estaba seguro de que el chupasangres conociese su debilidad... su enfermedad... Después de todo no habia sangrado ni una sóla vez. Aún así, se llevo una mano al pequeño lanzallamas que tenía en el cinturón por si tenía que preparar ratas a la parrilla en algún momento determinado.

"Además de precioso a pesar de tu profesión también eres listo..." ronroneó en una risa entretenida. Un suave siseo en una voz inhumana, un sonidito agudo y penetrante, y las pequeñas orejas de pabellon redondeado se enderezaron en atención y los peludos animalillos se fueron alejando en dirección opuesta a donde vinieron, perdiéndose entre las sombras nocturnas de regreso a su hogar en los callejones y alcantarillas

"Como los gatos...como cualquier ´cazador´...¿qué produce más diversión que jugar con tu presa?..." su cuerpo se estiró en una nueva posición de ataque "pero reservo mis mejores juegos para quienes me agradan...o para quienes me han molestado...aún estoy decidiendo en que categoría entras..."

En cualquier caso los juegos podian no diferir mucho

-Agradezco el piropo... si no fueses un despiadado ser que se alimenta de sangre humana y que no tiene alma te invitaría a un café. Pero ya que has sido tan amable acabaré con esto pronto, no te preocupes-comentó riéndose-. En cuanto a la categoría en la que me quieras poner... agradecería no entrar en ninguna. Soy indescriptible de cualquiera de las maneras-se rió de nuevo.

En cuanto vio que el otro se disponía a atacarle de nuevo, decidió que en esa ocasión sería él quien se adelantase. Se sacó de unos de los bolsillos del pantalón una pequeña capsula que explotó contra el suelo, cerca de los pies del otro. Entonces empezó a salir un montón de humo con un desagradable olor a ajo. Valerio aprovechó para acarcarse todo lo que pudo al vampiro, con la pistola aún en la mano y sacándose en la otra una estaca de plata bastante larga. Se lanzó contra él... esperando que eso resultase.

Se cubrió la nariz cuando el olor a ajo le alcanzó. Aunque la edad lo hacía menos sensible a aquel aroma molesto, continuaba desagradandole. Retrocedió buscando al humano y cuando sintió una sombra junto a él se apartó de un salto

La bomba de humo se fue dispersando y cuando se aclaró se encontraba a cierta distancia del cazador. La estaca de plata estaba clavada en uno de sus brazos. La arrancó pero no podía apenas moverlo del codo para abajo

"Aún me queda el otro brazo..." gruñó tirando la estaca lo más lejos y fuerte que podía. No iba a arriesgarse nuevamente a derretirla para encontrar alguna nueva tranmpa como el agua bendita

"Y todavía suficiente sangre en el cuerpo..."

Aunque menos minutos, el látigo volvió a sisear nuevamente yendo a por las piernas del cazador. Su tiempo se agotaba para acabarlo antes de que el mango de su arma destrozara por completo aquel cuero y le quemara las manos

-Eres un luchador... no como los otros vampiros que se rinden en cuando los alcanzo-sonríe pícaro-. Debería haber más como tú, me harían más entretenido mi trabajo-se encogió de hombros. Realmente debía reconocer que el vampiro se estaba defendiendo bien... quizás fuese el primero que conseguía aguantar tanto tiempo siendo su oponente.

Se distrajo apenas unos segundos, pero fue suficiente para que el vampiro volviese a lanzar un ataque contra él, alcanzándole las piernas a pesar de que intentó saltar y esquivarlo... demasiado tarde. El arma de fuego se enredo alrededor de sus tobillos, y en seguida se olió en el aire el aroma a carne y tela quemada. Lanzó un alarido de dolor al sentir ese ardor alrededor de una zona tan sensible... y más para él.

Sonrió victorioso al escuchar el grito de dolor, con las quemaduras en las piernas tendría difícil moverse y escapar.

"Siento lástima de tener que matarte. Los rivales dignos merecen seguir respirando y por lo mismo hay que acabar con ellos, son demasiado buenos para permitirles vivir..." el arma en sus manos desapareció, un agujero se apreciaba en el centro y pequeñas ampollas enrojecidas cubriendo la piel blanca de la palma

En un veloz empujón se acercó para tirarlo al suelo y tratar de sujetarlo, concentrando el peso en las piernas, pretendiendo aprovechar esos valiosos segundos de ventaja

"Sin embargo, por haber sido precisamente un buen adversario te daré ocasión de pedir por tu vida..."

Lo notó sobre su cuerpo, amenazante como un depredador triunfal disfrutando del dolor y el lamento de su presa ya abatida. Se intentó zafar de él, pero le resultaba imposible debido al dolor que le causaban las quemaduras de sus tobillos. Le lanzó una mirada de odio, como si en esos momentos quisiese poder matarlo simplemente con mirarlo a los ojos.

-Yo nunca suplicaré por mi vida a un vulgar chupasangres... Si vas a matarme hazlo ahora y hazlo rápido, porque te aseguro que si me dejas vivir no dudaré en perseguirte hasta darte muerte...-le dijo con voz firme a pesar de la situación, que era verdaderamente precaria para él. Al menos como no sangraba tenía algo más de tiempo antes de que su salud empeorase-. Ha sido un buen combate, y al menos quiero una muerte con honor... aunque sea un vampiro quien acabe con mi vida.

"¿Sabes cómo te voy a matar, verdad?" estiró su brazo que fue atravesado por la estaca de plata mostrando donde la ropa estaba rasgada y manchada de sangre

Estaba excitado por esos ojos llenos de odio contra él, incluso derrotado se mostraba orgulloso. Incluso la idea de verse perseguido hasta la muerte causaba escalofrios de placer a la parte enfermiza de su mente

"Una muerte con honor no será una muerte sin dolor..." se agachó y le rasguñó el cuello con los dientes. Cazador o no, la sangre humana siempre era deliciosa

Pero sus ojos que se habian cerrado de gozo se abrieron automáticamente. ¿Pero qué...? Aquello no era normal, el corte era pequeño pero la sangre estaba fluyendo con demasiada rapidez hacia su lengua

Miró su brazo, el que le había atravesado con la estaca, y no pudo evitar esbozar una sonrisa satisfecha. Al menos se aseguraba de que antes de morir... le había dejado unos buenos recuerdos con sus armas. Cerró los ojos, y esperó el momento. Claro que sabía que esa muerte iba a dolerle... pero sería rápida, y sería también una muerte que todo cazador querría: a manos de los seres a los que perseguían. Era mejor que ser atropellado o que te diese un coma etílico.

Lanzó un quejidito al sentir cómo le arañaba la piel del cuello... y entonces la sangre empezó a manar de forma profusa. Ese era su final... esa herida a la larga lo desangraría... y más rápido aún iba a ser si el vampiro la tomaba de él. Pero entonces notó cómo el chupasangres dudaba, y abrió los ojos para mirarlo.

-¿Qué pasa?

"No tiene honor quien acaba con un cazador de vampiros al que la propia naturaleza ya se encarga de debilitar..." chasqueó la lengua y clavó los dientes en ella, lamiendo la pequeña herida en la piel para curarla y cerrarla nuevamente. Aun le sostenía inmóvil pero no aplicaba más fuerte presión que para mantenerle quieto

"Aunque nadie más tuviera conocimiento de este combate, lo sabría yo...inconscientes, ¿por qué os arriesgais a morir así?..." sus ojos habían recuperado su color castaño ámbar y se veían algo húmedos y debilitados, pero todavía obstinados

"¿Por qué sacrificais vuestras vidas cuando nadie va a agradeceros nada?"

-Normalmente todos los cazadores hemos sido víctimas directas o indirectas de los vampiros... Queremos ayudar a que otras personas no se vean en la misma situación...-susurró débilmente, mientras lo miraba sorprendido. No se había esperado eso del vampiro... que lo dejase con vida... cuando ni siquiera le había suplicado como le había insinuado él-. Y sí... la naturaleza ha mellado mi cuerpo... pero por suerte mi voluntad sigue siendo firme... -lo miró directamente a los ojos, algo débil... pero no iba a demostrarlo ante el vampiro.

Notaba los tobillos ya adormecidos, y por desgracia no se había llevado la jeringuilla con su medicina... y aunque la hubiese tenido encima se habría quemado con la cazadora.

"Ese es el único defecto humano que nunca he entendido...vuestro maldito altruismo..."

Si él dejaba ir a los humanos que atacaba, era porque le fascinaba su vulnerabilidad y sus pequeños cuerpos frágiles. Pero el origen de su respeto estaba precisamente en eso, en que eran distintos. Si alguno de su propia especie pretendiera hacer contra él algunas de las cosas que los humanos se hacían mutuamente, le despedazaría sin contemplaciones

Apretó las muñecas en una de sus manos y bajó la otra para sostenerle una de las piernas "si intentas alguna tontería, te desangraré..." le advirtió antes de volver a morder su lengua y lamer las heridas de los tobillos, apartando con cuidado la tela quemada pues si tiraba de ella con brusquedad le arrancaría la piel

-Somos complicados de entender... pero eso nos hace únicos y especiales. Cada humano es un mundo, y aunque no tengamos superpoderes como vosotros... tenemos nuestro punto distinto de cada uno-le sonrió levemente, aunque tal y como estaba lo que le daban ganas era de gritar. Vio asombrado como el vampiro le tomaba una pierna y se ponía a curarle las heridas-. No sé que es más raro... si nuestro altruismo o el hecho de que estés curándome ahora mismo...

Entonces lanzó un quejidito al notar como le apartaba la tela, y el escozor mientras lo iba curando. Apretaba las manos en puños para contenerse, y además se mordía el labio inferior con fuerza para ayudarle en esa labor. Intentaba no moverse demasiado para que el otro no pensase que trataba de resistirse o atacar y lo desangrase... como bien le había amenazado.

-¿Por qué lo haces? No tienes necesidad... No voy a morirme por esas heridas...-susurró con los dientes apretados.