¿Crees en las casualidades?

Aquella era la primera vez que tenia una “cita”, es que nunca antes se había dignado a aceptar ninguna. Se sentía algo nervioso, es que no tenia idea de cómo debía comportarse, que tenía que hacer, como tratar a ua chica. Aquello era completamente nuevo para él y aunque no se arrepentía de haber aceptado mientras andaba hacia el sitio del encuentro tenía el presentimiento de que todo saldría mal. Recordó una película que había visto dos noches atrás, era algo cursi, pero e la película se veía bien, tal vez no era tan mala idea. Se acercó a un puesto de flores y compró una rosa de color rojo, pagó por ella y siguió su camino. Cada tanto sus ojos se desviaban a la flor que parecía burlarse de él, apenas conocía a esta chica, siquiera sabia si le gustaban las flores después de todo… ya estaba arrepintiéndose, imaginando que haría el ridículo cuando se detuvo en seco al notar que había llegado al pie de la torre Eiffel.

Como siempre el lugar estaba repleto de gente por todas partes, parejas familias y turistas entraban y salían, tomaban fotografías y hablaban muy alto. La multitud ya comenzaba a darle dolor de cabeza. Suspiró y aferró la flor que llevaba en la mano armándose de valor antes de ingresar, habían quedado que se verían junto al elevador en el primer piso. Presionó el botón para llamar al ascensor y este tardío tan solo unos cuantos segundos en hacer aparición, ignoró por completo al resto de las personas allí dentro que hablaban con emoción, estaba con casi un ataque de pánico por lo que lo esperaba. Cuando se detuvo en el primero piso estaba paralizado, y por más que le daba órdenes a sus piernas de que salieran de ahí no parecían obedecerle, algunas personas bajaron y lo rozaron al salir, reaccionó y caminó hacia fuera y allí la vio. Estaba de pie a unas cuantas personas de él, llevaba el cabello suelto y largo hasta la espalda baja y un vestido color claro. Aún no lo había visto y se veía algo impaciente por su demora.

Tragó saliva y dudó, cada vez pensaba más que aquello era una pésima, una horrible idea, aquella modelo no era para él. Deshizo sus pasos y regresó casi corriendo al ascensor justo antes de que la puerta se cerrara dejándolo abandonado a su suerte. Pero fue demasiado precipitado al entrar y se choco con alguien que estaba alli dentro, su rostro dio de lleno contra el pecho del hombre que era un poco mas alto que el (¿Quién no lo era?). Se apartó inmediatamente algo apenado por el accidente y se frotó la nariz que había sido la mas dañada por el golpe. – Lo siento, lo siento mucho, fue un accidente –se disculpo aún algo acelerado y confuso por lo que acababa de ocurrir. Su reacción fue realmente aún más estúpida y sin sentido que la anterior, como disculpa estiro su mano ofreciéndole la rosa.

No se haba atrevido a mirar a aquel hombre a la cara, mantenía la vista en sus zapatos a la hora de ofrecerle aquel regalo a modo de disculpa pero por su voz notó que era mayor que él, iba vestido de manera elegante con un traje caro, de seguro era un hombre de negocios. Al escuchar su comentario se sintió aún más tonto y apenado que antes, iba a retirar su presente cuando él la tomó haciendo que subiera su cabeza para finalmente mirarlo. Observó atento los movimientos del otro, como acercaba la flor a su cara para sentir su aroma y luego se la devolvía con delicadeza. Se sentía ligeramente atontado, pero no comprendía porque, después de todo estaba acostumbrado a tratar con personas importantes en su trabajo, pero había algo en ese sujeto que no era del todo normal y había logrado captar su atención. Había quedado un instante capturado en sus ojos cuando estos lo miraron directamente y fue necesario que pestañeara para salir de aquel repentino hechizo.

Balbuceo algo en voz baja sin sentido, pues le era algo complicado articular una idea clara y expresarla en voz alta- Ah…este… de todos modos siento lo ocurrido-respondió desviando la mirada con cierto recelo, como temiendo que sus ojos volvieran a capturarlo como antes. No se dio cuenta que las puertas del ascensor ya se habían cerrado y este estaba subiendo hacia los siguientes pisos. Miró la botonera que indicaba que ya iban por el cuarto, lo mejor sería esperar a que el aparato bajara para poder irse de regreso a su casa, definitivamente no estaba hecho para esa clase de cosas.

Aunque intentó resistirlo no lo pudo evitar y sus ojos se movieron apenas hacia la derecha para mirar de reojo al hombre de antes, su porte era elegante y serio, pero cuando le había hablado lo había hecho de una forma amable y comprensiva. Miró de nuevo la flor que tenía en sus manos, y sin detenerse a pensárselo volvió a extendérsela esta vez con algo mas de seguridad. – Puede ser que no sea lo más adecuado, pero es un regalo y no deseo quedármela, me gustaría que la conservara –sintió que sus mejillas se ponían algo rojas por la vergüenza, seguramente el resto de las personas en el elevador lo estaban mirando, pero se armo de todo su valor y mantuvo la flor extendida esperando que la tomara. Tal vez la rechazaría y quedaría en completo ridículo, pero ya se había arriesgado y no tenía mucho que perder.

Se sintió por una parte aliviado y por otra realmente feliz cuando el otro tomó la rosa, ya la había comprado y no quería regresar con ella, además por alguna razón deseaba que aquel desconocido la aceptara, aunque fuera un detalle tonto y sin mucho sentido. Una vez la tomo recargó su espalda contra la pared y fijó la vista en el techo del elevador, tan sólo aguardando que descendiera hasta el primer piso para poder regresar a su casa. Se sorprendió al escuchar la invitación del hombre y regresó la vista algo incrédula hacia él, le llevó casi 30 segundos articular alguna clase de respuesta, y cuando lo hizo evidentemente él ya había dado por obvio que no aceptaría y se estaba despidiendo, además ya habían llegado al primer piso donde cada uno tomaría su camino.

-Los dulces… me gustan mucho –sonrió apenas y asintió con la cabeza, aquello debía ser mejor a estar el resto de su casa dándole vueltas al asunto de la modelo, al menos podría distraerse y pensar en otra cosa, no era mala idea. Aunque no comprendía porque un hombre elegante como aquel estaba invitándolo, seguramente lo descubriría a lo largo de la conversación, quien sabe, tal vez era un famoso empresario dueño de algún proyecto que quería hacerle una propuesta laboral… Podía ser su día de suerte.

Bajó del ascensor con cierta dificultad pues había dentro demasiada gente y espero que el otro también lo hiciera, miró hacia los pasillos y señalo hacia la derecha. -¿Por aquí? –consultó no muy seguro, no sabía a que sitio se refería exactamente, había estado un par de veces antes en ese lugar pero no recordaba muchos detalles. Su jefe le había dicho que se alimentara bien y cuidara su cutis, nada de comida chatarra ni demasiados dulces…pero nunca había tenido problema con esas cosas, ni para mantener su peso, así que simplemente ignoraría aquello como siempre lo hacía y pasaría un buen rato comiendo todo lo que deseara.

Cuando el otro le indico hacia donde irían comenzó a seguirlo, apresurándose para llegar a su lado y luego pudiendo seguir su paso sin mucha dificultad. Aquel sitio estaba atestado como siempre, repleto de turistas que sacaban fotografías, y de personas que almorzaban en los bares que estaban a los costados. Siempre era un sitio muy concurrido por eso a pesar de que el paisaje era precioso no era un sitio al que fuera muy seguido. Andar a su lado le resultaba algo complicado, las personas pasaban muy cerca por todos lados volviéndose difícil caminar en línea recta por mucho tiempo. Escuchó que se presentaba y lo olvido, que tonto, él se había olvidado por completo de hacerlo.- Soy Andrew…-respondió, distraído al volver al vista a él se percató muy tarde de que estaba a punto de chocar con un hombre que iba bastante apurado, cerró los ojos esperando la colisión pero su repentino acompañante le tomo la mano apartándolo del camino del otro para que no chocaran. Se ruborizó ligeramente por su sorpresa, acabaría resultado una verdadera molestia. –Gracias… de verdad hay mucha gente aquí.

Podía notar que tenía un acento extraño, pero no estaba seguro de que sitio provenía, debía ser extranjero, tal vez un turista, aunque no lucía como uno, era posible que estuviera allí por asuntos laborales, ¿pero alguien importante tenía tiempo de tomar un café con un desconocido? Eso le resultó algo extraño, pero no le dio demasiada importancia, no era peligroso,.., después de todo estaban rodeados de cientos de personas. Era un día bonito de primavera así que el clima acompañaba a los que optaban por una comida al aire libre, aunque el sol era escaso y se ocultaba detrás de las nubes el ambiente era cálido.

Se sentó cuando el otro tuvo aquel gesto de apartar una silla para él y luego miró al mesero pensando un momento que pedir. –Quiero… un licuado de frambuesa –pidió tranquilamente- Ah! Y un crepe con algo de helado de crema, si puede ser – tenía ganas de beber algo fresco, tanta gente le había dado calor. Cuando el joven que atendía la mesa se retiro para buscar los pedidos volvió la vista al hombre- Espero no este descuidando asuntos importantes por esto…-agregó sintiéndose algo culpable por distraerlo de sus obligaciones, le daba la impresión de ser alguien ocupado. Se llevó una mano al cuello y desprendió el primer botón de su camisa, de verdad hacía calor allí dentro.