La ruleta...

No es que amara los juegos de azar, mucho menos era un adicto al juego, pero cuando se tiene dinero para derrochar la mayoría de los hombres caen en la tentación del casino en especial si el trabajo los lleva a visitar Las Vegas. Esta noche estaba vestido muy elegante, con un traje negro y una camisa blanca que le sentaba muy bien. Tenía en una de sus manos un vaso a medio llenar de whisky y un cigarro entre sus labios mientras hacia apuestas al azar a la ruleta, poniendo fichas de elevados valores sobre diferentes números sin prestar demasiada atención a si perdía o ganaba. Era tan sólo una forma de pasar el tiempo, no iba allí con intención de ganar dinero, el casino siempre gana, pero en sitios como esos no es difícil encontrar “otra clase” de diversión…

Dio un trago a su bebida dejando el vaso casi vacío y puso unas fichas mas antes de que sus ojos vagaran por el concurrido casino, hombre y mujeres de diversas edades parecían compenetrados en lo que hacían, como si su vida dependiera de ello, le resultaba cómico. La persona que esperaba aún no llegaba y comenzaba a impacientarse, no tenía deseos de pasar en ese sitio toda la noche, incluso de ser posible quería tomar un vuelo a Inglaterra antes de que fuera de día. Cerrar aquel negocio lo antes posible eran sus intenciones primordiales, pero un muchachito llamó su atención haciéndolo por un momento olvidar que su objetivo allí era el trabajo y no la lujuria. Lo siguió con la mirada, viéndolo desaparecer entre las maquinas tragamonedas y chasqueo la lengua en busca de autocontrol.

Esta vez el joven nómada estaba por las vegas… cuidad de las apuestas y el dinero… donde todo lo que hagas en ese lugar se queda en las vegas, todo el día había estado caminando por la ciudad, vestido de una forma muy sencilla, unos jean y una camisa rosada, con unos cuantos botones descubierto.. la noche ya había caído y el joven lobo miraba las grandes luces y edificios que adornaban la ciudad, de pronto se encontró con uno que le parecía interesante… o algo había en ese lugar que le atrajera, sus sentidos le decían que debía entrar pero no sabia porque, les dio la razón y se acerco a ver que había por ese lugar… era un casino de muy buena reputación, se dirigió a la puerta de entrada donde dos señores muy grandes lo detuvieron, le pidieron que se arreglara la camisa si no, no podría entrar, de muy mal humor obedeció arreglándose todos los botones…
Estando adentro veía muchas personas pero nadie… le parecía interesante, todos derrochaban dinero en las maquinitas… tratando de “tener suerte”… un pequeño salió de repente por estas maquinas… riendo y al parecer muy feliz… casi tropieza con el joven pero este lo pudo esquivar muy bien.
*y su padre donde estará* pensaba
Siguió su camino hasta llegar a una de las mesas donde su olfato percibió algo… era algo familiar.. Había visto a esta persona antes.. o era pura coincidencia… siguió olfateando hasta llegar a una pequeña mesa donde habían varias personas.. pero entre perfumes y olores la esencia se iba y no podía saber donde estaba y quien era exacyamente

Apostó las últimas fichas que le quedaban sobre la mesa y vio luego como la ruleta daba unas cuantas vueltas hasta detenerse en el número equivocado, acababa de perder. Se encogió de hombros sin darle ninguna importancia, todavía tenía mucho dinero en el bolsillo si le apetecía seguir jugando, se incorporó y termino la bebida de un trago, dispuesto a ir por más fichas cuando un hediondo olor llego a su nariz haciéndolo fruncirla levemente, asqueado por el aroma que conocía de sobra y para muchos vampiros representaba una amenaza. Él, arrogante y seguro de si mismo como era, lejos de sentir temor por la presencia de un licántropo sonrió de forma siniestra, con una morbosa felicidad al descubrir que tendría algo con quien jugar, su espera así se haría más corta…

Movió la cabeza y por el rabillo del ojo busco al dueño de aquel hedor desagradable descubriendo que estaba a pocos metros de allí, de pie, joven e ignorante de la presencia del heredero del clan Ingles quien acababa de poner sus ojos sobre él sin buenas intenciones.

Caminó hasta él esquivando a la gente de forma elegante, con aquel movimiento felino y sensual que era natural en su persona, moviéndose como si no tocara el suelo, sin hacer ruido, hasta llegar a su lado deteniéndose como por casualidad. Se inclinó apenas, con disimulo, para quedar al nivel de su oreja y su susurró lejos de ser sugerente sonó tétrico y perturbador.

-¿Qué hace un lobito como tu por aquí? ¿Tan lejos de su manada? Podrías acabar muy mal cachorrito…-sus palabras eran siseos que sólo él podría oír, la muchedumbre hacía el ruido suficiente y nadie prestaba atención a las dos criaturas que mantenían una postura y apariencia perfectamente normales.

Mucha gente… ruido.. y olores mezclados… comenzaban a molestar al joven licántropo… había perdido el rastro de lo que lo había traído a ese lugar, vio mucha gente pero nadie era al que buscaba, veía a muchos jugar, unos perdían y otros ganaban… de pronto entre la gente sintió algo extraño como si algo le hubiera clavado la mirada pero no podía ver quien era la persona… o mejor dicho la creatura que lo estaba observando, era totalmente inocente de la presencia de alguien hay, a el ya lo tenían en la mira pero este no podía ver… había mucha gente…

Entre la gente escuchaba unos pasos, que venían por de tras de el, se limito a quedarse quieto… a lo mejor no era el que estaba buscando… los olores de todas estas personas estaban dándole una mala jugada, era mucho para su sensible olfato que cada vez se estaba volviendo loco.

*no me gusta este lugar… hay mucha gente* pensaba mientras miraba a todos los lados… pero detrás de el.. ni por nada…* es hora de irme* iba a dar el primer paso para poder irse de ese lugar cuando oyó un suave susurro entre sus oídos, era una voz gruesa y con un tono un poco conocido, lentamente volteo para ver quien era el dichoso que estaba hay… y se encontró con la sorpresa de ser un príncipe de la mas importante familia inglesa… muchas veces había trabajado para ellos, pero nunca había conocido a sus integrantes de la familia en personas.. Eran muy reservados, en ese modo.

-Un lobo puede defenderse solo… y usted debe saberlo mejor que nadie… Señor- acentúo con la cabeza en forma de reverencia, pero no deseaba llamar la atención de todas esas personas-desea algo?... estaba a punto de irme de este lugar tan repugnante-

La respuesta del lobo le resultó muy extraña, ¿desde cuando los Licanos lo trataban con tanto respeto? Entonces recordó que uno de los miembros de su clan le había comentado que había uno de ellos que hacia trabajos para él, que se infiltraba entre los suyos y conseguía infamación valiosa. Que mataba por su encargo. Era algo fuera de lo común y aunque aun lo detestaba sólo por ser de aquella raza repugnante al menos no se trataba de un enemigo, de algún modo era su subordinado, uno que siquiera conocía pero que poco interés tenía en tratar.

¿Por qué un Licano traicionaría a los suyos, a su propia raza, para ayudar al enemigo? Era algo que le daba vueltas en la cabeza y le daba bastante curiosidad, aunque pudo imaginar fácilmente que los suyos debieron decepcionarlo o tal vez simplemente era cómo el solitario, y sólo le interesaba su propio beneficio y había encontrado provechoso ser el perro faldero de los inmortales. Poco le importaban sus razones, mientras le fuera útil a su clan podía estar entre los suyos.

Observó su reloj y notó que estaba siéndole algo tarde, ya era hora de la reunión con aquel contrabandista al que vería en una de las sala de juego privadas, tenía que retirarse. –Nada esta noche, puedes retirarte si este sitio no es de tu agrado, por mi parte tengo trabajo que hacer.

Hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo y se perdió entre la multitud para ocuparse de sus asuntos, debía ser la primera vez que su encuentro con un Licano acababa sin derramamiento de sangre, pero hubiera sido un problema una pele allí con tantos testigos humanos, fue una suerte que se tratara de un aliado.

[ESCENA TERMINADA]